lunes, 14 de junio de 2010

CAPITULO 1 : Because You Are Mine



—No puedo casarme con él. No puedo hacerlo. —Al contemplar a lord Black paseando por el jardín en compañía de su padre, a Vanessa se le revolvieron las tripas.
Hasta que su madre, lady Hudgens, le contestó, no se percató de que había hablado en voz alta.
—Aprenderás a cuidar de lord Black —dijo secamente. Como era habitual, su afilado rostro mostraba una expresión adusta de reprobación. Después de conducir su vida con una tendencia a la autoinmolación próxima al martirio, había dejado claro que esperaba que sus tres hijas hicieran lo mismo. Los fríos ojos castaños, enmarcados en un rostro pálido y elegante, se clavaron en Vanessa. Excepto ella, que se ruborizaba con facilidad, todas las mujeres Hudgens compartían idéntica morena tez.
«Espero que algún día, cuando hayas madurado —continuó Gina—, agradezcas que se te haya concertado tan estupendo enlace.
Vanessa estuvo a punto de asfixiarse debido a una oleada de resentimiento y sintió que un rubor delator se instalaba en sus mejillas, tiñéndolas de un rosa brillante. Durante años había intentado ser cuanto sus padres esperaban de ella: dócil, discreta, obediente... Pero ya no podía contener sus sentimientos por más tiempo.
—¡Agradecer! —exclamó con amargura—. El casarme con un hombre más viejo que mi padre...
—Sólo uno o dos años —la interrumpió Gina.
—... que no comparte ninguna de mis aficiones y que me ve tan sólo como a una yegua de cría...
—¡Vanessa! —exclamó Gina—. Semejantes palabras no son dignas de ti.
—Pero es la verdad —replicó Vanessa, esforzándose por no alzar la voz.
—Ya está bien —dijo su madre con rigidez—. Veo que se te tienen que recordar algunas circunstancias, Vanessa. Es obligación de la mujer compartir los intereses de su marido, no al revés. No se le puede culpar a lord Black de que, casualmente, no disfrute con actividades tan frivolas como la lectura o la música. Es un hombre serio, con una gran influencia política, y espero que te dirijas a él con el respeto que se merece. En lo referente a su edad, llegarás a valorar su sabiduría y terminarás por buscar su consejo en todos los aspectos de la vida. Para una mujer, no hay otro camino hacia la felicidad.
Vanessa apretó los puños y observó con tristeza a través de la ventana la voluminosa figura de lord Black.
—Si al menos me hubierais dejado alternar en sociedad un año, quizá me hubiera sido más fácil aceptar el compromiso.
—. Te ahorrarás todas las preocupaciones e inconvenientes de la temporada, porque ya estás comprometida con el mejor y más admirable partido de Inglaterra.
—Ésa es tu idea de él —replicó Vanessa entre dientes, poniéndose tensa, pues en ese momento su padre y lord Black entraban en la habitación—, no la mía.
Al igual que cualquier otra chica de dieciocho años, había fantaseado con casarse con un gallardo y apuesto joven que se enamorase locamente de ella. Lord Black se hallaba todo lo lejos que se pudiera imaginar de aquellas fantasías.
Era un cincuentón bajo y fornido, de carrillos bamboleantes, con el rostro surcado por profundas arrugas, la cabeza sin pelo y labios gruesos y húmedos; todo lo cual evocaba en Vanessa la imagen de una rana.


Al verla en el otro extremo de la habitación, Black se acercó con una sonrisa carnosa y las comisuras de la boca brillantes de humedad. Vanessa odiaba la forma en que la miraba, como quien observa un objeto que desea comprar.
Por inexperta que pudiera ser, sabía que la quería por ser joven, saludable y presumiblemente fértil. Al igual que su esposa, viviría en un estado más o menos permanente de gravidez hasta que Black se viera satisfecho por el número de hijos que ella le diera.
—Mi querida señorita Hudgens —dijo con voz ronca y profunda—, cada día está usted más encantadora.
Las pegajosas manos de Black se cerraron sobre las de ella y las atrajo hasta sus labios. Tuvo que cerrar los ojos y armarse de valor para soportar el escalofrío de asco que la recorrió al sentir los labios rozar el anverso de su muñeca. Black, confundiendo la reacción de Vanessa con una suerte de recato virginal —quizás incluso de excitación—, la miró con una sonrisa aún más amplia.
Las disculpas aducidas ante la petición de que dieran un paseo juntos no tardaron en ser soslayadas por el entusiasta beneplácito de sus padres, determinados a tener en la familia a un hombre de tales medios e influencia; lord Black obtendría de ellos cuanto deseara.
Tras agarrar a regañadientes el brazo de su prometido, Vanessa salió a pasear por el jardín, de una geométrica y meticulosa disposición de setos de espino blanco, pulcros senderos de arena y arriates de flores.
—¿Disfruta de sus vacaciones escolares? —preguntó lord Black, mientras los pequeños pero pesados pies hacían crujir la grava del sendero.
—Sí, gracias, milord —contestó Vanessa sin dejar de mirar el terreno que se extendía ante ellos.
—Sin duda ha de estar deseando abandonar el internado, tal y como ya han hecho sus compañeras —observó Black—. A petición mía, sus padres accedieron a mantenerla allí dos años más que a las otras chicas.

—¿A petición suya? —repitió Vanessa, asustada por la influencia que parecía tener sobre sus padres—. Pero ¿por qué?
—Me pareció que sería beneficioso para usted, querida mía —afirmó con sonrisa autosuficiente—. Tenía que pulirse y disciplinarse. A la fruta perfecta hay que darle tiempo para que madure. Ahora ya no es tan impetuosa como antes, ¿eh? Tal y como pretendía, se ha hecho más paciente.
—Le he traído algo —dijo Black—. Un obsequio que, estoy seguro, ha estado esperando….


 
Espero que les guste!es medio raro al principio,pero despues se pone mucho mejor,no kiero fantasmas!

2 comentarios:

  1. jaja esta genia l tu nove
    y cuando viene efron???

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  2. esta super
    pero quiero
    zac dondes esta
    mmm se me perdio :P
    jejejeje siguela
    se ve interesante
    bye

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