sábado, 12 de marzo de 2011

CAPITULO 31: Because You Are Mine

Hola!si ya se me tarde,pero la escuela y aparte estoy en otra academia de expresion artistica y estamos montando la obra de hairspray!!donde salio zac wiii! y ultimamente son ensayos y ensayos y tengo que estar concentrada al 100% pero bueno,ya casi la presentamos y me hice un timpesito para publicarles y bienvenidas a las nuevas lectoras!! y bueno dejo de cacarear y dejo el cap...

—Caballeros, ya es suficiente……

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Vanessa miró hacia el lugar del que provenía la voz y descubrió a Efron, de pie en el otro lado de la sala, con unas hojas de notas en la mano. Éste le echó un vistazo a los allí presentes, y no pareció advertir la presencia de Vanessa.
—Empecemos —dijo—. Tengo que hacerles algunos comentarios acerca del ensayo de ayer por la mañana. Después, que todo el mundo ocupe su sitio para la primera escena.
Leyó la lista de comentarios y cambios, mientras los actores escuchaban con atención. Cuando estaba a punto de terminar la breve charla, miró directamente a Vanessa por primera vez.
—Señorita Montez, creo que todos están al corriente de que ha aceptado tomar parte en el ensayo a causa de la indisposición de la señorita Barry y la suplente. Le agradecemos su asistencia.
Vanessa sintió cómo la sangre teñía su rostro y logró contestar con un pequeño movimiento de cabeza. Zac, evidenciando una inexplicable severidad, miró para otro lado de inmediato.
Los actores salieron en fila de la sala de descanso a toda prisa, y Vanessa los siguió. Ella —o, mejor dicho, el personaje del fantasma de la mujer muerta— aparecía en la primera escena. Al pasar junto a Zachary, que se había quedado en el vano de la puerta, se detuvo y alzó la mirada hacia él.
—Señor Efron —dijo en voz baja, procurando que nadie la oyera—, sé que me dijo que me mantuviera alejada de usted, pero Ashley me pidió...
—Lo sé —la interrumpió.
—¿Está enfadado conmigo?
—Su presencia no me afectará en lo más mínimo. —La cara de Zac era una máscara de indiferencia.
—Muy bien —dijo, con una vacilante sonrisa, y reemprendió la marcha hacía el escenario. Una vez lo dejó atrás, Vanessa se preguntó por qué el actor tenía agarrada la puerta con tanta fuerza; los dedos se le habían puesto blancos. Presa de la inquietud, pensó que el señor Efron no le había dicho la verdad: estaba furioso con ella. Se dirigió hacia los bastidores con un profundo suspiro, subiéndose a tirones el caído corpino del traje.
¿Por qué había elegido a un hombre tan difícil de seducir? También podía conformarse con Lucas Grabeel y acabar así con el asunto. Pero Grabeel no le inspiraba ninguno de los sentimientos que le producía Efron: el atolondrado nerviosismo, el temor y el placer que se enredaban en su interior siempre que él estaba cerca. Anhelaba estar entre sus brazos y no en los de ningún otro... Conocer el prohibido placer de estar con él...
—Nessa. —La voz de la Ashley Tisdale le llegó cuando se adentraba entre bastidores. Vanessa salió de detrás de las cortinas.
—¿Sí?
Ash estaba sentada en la primera fila de butacas y, cuando vio a Vanessa, su rostro se iluminó con una sonrisa.
—Estás preciosa con ese vestido, Ness. Antes de empezar, quiero asegurarte que nadie espera que lo hagas todo perfecto. Limítate a estar todo lo atenta que puedas y disfruta.
Vanessa escuchó las indicaciones de Ash. Iban a ensayar el inicio de la obra, en el que el fantasma de la joven mujer visitaba a los que había amado en vida: su «hermano», interpretado por Lucas ; sus «padres», la señora Anderson y el señor Burgess... Y, por supuesto, su «marido», encarnado por el señor Efron.
—Se supone que ninguno te ve o te oye —le dijo Ash—, pero todos tienen la certeza de que alguien... o algo... está ahí.
—Entiendo —asintió Vanessa, retirándose a los bastidores desde donde Arlyss tenía que hacer su primera entrada.
El ensayo transcurrió sin apenas interrupciones ni complicaciones. Al cabo de un rato, Vanessa había perdido la vergüenza e imitaba las actuaciones precedentes de Arlyss Barry con la mayor fidelidad posible, incluso copiándole alguno de sus gestos e inflexiones de voz.
—Muy bien, Nessa —decía a veces Ash, cuando Vanessa entraba y salía del escenario y hablaba a sus sordos acompañantes mientras descubría qué había sido de ellos desde su muerte.
Tan sólo se produjo una interrupción llamativa, fue cuando Lucas Grabeel miró por casualidad a Vanessa y se detuvo en mitad de la frase. De repente, rompió a reír de manera incontrolada. Vanessa se le quedó mirando desconcertada, mientras Ash le preguntaba resueltamente qué es lo que sucedía.
Grabeel meneó la cabeza, aparentemente arrepentido, a pesar de seguir bufando regocijado
—No puedo evitarlo—dijo, jadeante—. La señorita Montez me mira como si se creyera todo lo que digo, y parece tan sería... Es algo adorable.
Ash le lanzó una mirada de reprobación.
—Se supone que no la ves, Lucas . Es un fantasma.
—No puedo evitarlo —repitió, sonriendo con picardía hacia Ash—. Si usted fuera un hombre, lo entendería.
—Ah, comprendo —respondió Ash con aspereza—. Lucas , nos haría a todos un favor si consiguiera comportarse como un hermano y no como un semental.
—¿Semental? —preguntó perpleja Vanessa, que jamás había oído semejante palabra en el internado de la señorita Allbright. Por alguna razón, la pregunta provocó otro ataque de hilaridad en Lucas . La joven miró ha¬cia bastidores, donde el señor Efron esperaba para hacer su entrada. Allí, de pie entre las cortinas de terciopelo, vestido con elegancia, la postura entre relajada y alerta, ofrecía una magnífica figura.
La señora Florence tenía razón: el escenario era el lugar adecuado para acercarse a él.
Zac contemplaba el ensayo desde su rincón, sintiendo cómo el resentimiento se desataba en su pecho. Maldijo a Ash por haberle propuesto que Vanessa ocupara el lugar de Arlyss... Malditas, también, Arlyss y la suplente por enfermar...
Maldito él, por la fascinación que sentía por Vanessa, algo que le llevaba a recordar a duras penas lo que tenía que decir. ¿Quién podía culpar a Lucas Grabeel de su falta de concentración? Zac dudaba de que le fuera a ir mejor, con Vanessa vistiendo aquel ligerísimo traje... Sentía el deseo de postrarse de rodillas ante ella y enterrar la cara entre sus senos. Desprendía tanta juventud y lozanía, su piel era tan blanca y sedosa... La simple belleza no justificaba una atracción tan tremenda; sentía el perturbador deseo de ocultarla, de alejarla de las otras miradas de admiración... Guardársela toda para él.
Fuera como fuese, Vanessa se había introducido en su vida y le había obligado a fijarse en ella; y ya no había vuelta atrás posible. ….
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