jueves, 26 de agosto de 2010

CAPITULO 22: Because You Are Mine

Hola!!! =D
—Pobrecita —oyó que decía Corbin en voz baja—. Zac nunca se fijará en ella... En cualquier caso, es demasiado dulce para él.—…..

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Vanessa dejó de barrer y se recostó contra la puerta de entrada de la sala de ensayos. Después de haber oído a los actores —y todos tenían mucho más mundo que ella—, empezaba a darse cuenta de que había cometido un error. Suspirando profundamente, Vanessa deseó que hubiera alguien, alguna mujer sabia y experimentada, de quien poder recibir los consejos que con tanta desesperación necesitaba. Ashley, quizá... Pero jamás aprobaría sus proyectos. De repente, se le ocurrió una idea que hizo que su frente se despejara. Quizá sí hubiera alguien a quien recurrir.
Cuando Vanessa llego al departamento en el que habitaba, no dudo ni un segundo y se dirigió al departamento continuo del suyo. Su vecina, la señora Florence, le había sido de mucha ayuda en varias ocasiones. La morena tomo aire y toco la puerta. Una mujer de unos 73 años de edad abrió la puerta, por su estado parecía que estaba cenando o preparándose para acostarse. Una vez dentro, la anciana la condujo a la sala de estar.
—Querida, has vuelto más tarde de lo que esperaba. ¿Tan terriblemente ocupada te tienen en el teatro? Debes de estar hambrienta. Mandaré que traigan otra bandeja.
Vanessa le dio las gracias con un movimiento de cabeza y se sentó a su lado. Cuando el calor del fuego atravesó el traje de algodón sintió un escalofrío. A petición de la anciana, Vanessa le narró los acontecimientos del día mirando fijamente el fuego.
—Señora Florence, me gustaría pedirle consejo acerca de algo, aunque creo que voy a escandalizarla.
—Chiquilla, es imposible que me escandalice, he vivido demasiado como para que algo me sorprenda. —La anciana se inclinó hacia delante; los ojos le brillaban en el rostro suavemente arrugado—. Bueno, has despertado mi curiosidad... No me hagas esperar.
—He pensado que con su experiencia... Quiero decir, sus conocimientos... Querría preguntarle cómo... —Vanessa se detuvo, obligándose a hablar—. Quiero seducir a un hombre.--La anciana se recostó en el asiento sin pestañear.
—La he escandalizado —dijo Vanessa.
—Sorprendido sería más acertado, querida. No esperaba semejante pregunta de tí. ¿Estás segura de saber lo que haces? No me gustaría que cometieras un error del que más tarde te avergonzaras.
—Señora Florence —contestó Vanessa con ironía—, en toda mi vida no he conseguido hacer algo de lo que realmente pudiera avergonzarme.-- Los ojos de la anciana adquirieron un repentino brillo de excitación.
--Si estás decidida a poner en práctica tus intenciones, estaré encantada de aconsejarte. Sé bastante sobre hombres, o, al menos, sabía. Me atrevería a decir que no pueden haber cambiando mucho en los diez o veinte últimos años. Dime, ¿hay un hombre concreto al que quieras seducir?—
—A decir verdad, se trata del Zachary Efron.—respondió Vanessa timidamente
—¡Ah! —La señora Florence se la quedó mirando un buen rato con la mirada a la vez penetrante y distante. Era como si la hubiera asaltado
algún recuerdo del pasado, alguno que parecía estar saboreando-—. No te puedo culpar en lo más mínimo —dijo al cabo—. Si yo fuera una joven como tu, también intentaría seducirlo.—
—¿Lo haría? —preguntó Vanessa, sorprendida por la confesión.
—¡Ah, ya lo creo! Me parece que el señor Efron es uno de los pocos hombres de Inglaterra a los que merece la pena seducir.Por desgracia, nunca he tenido la oportunidad de conocer al señor Efron, pero le he visto actuar. La primera vez, hace cinco años; interpretaba a Yago en Ótelo... Jamás he visto una actuación con más talento: un malvado en estado puro, seductor, suave como la seda... Como actor, es digno de toda la admiración; como hombre, me temo que es bastante peligroso.—
—¿Peligroso? —preguntó nerviosa Vanessa.
—Sí, para el corazón de una mujer. Los hombres seguros son para casarse; los peligrosos, para el placer. Con éstos, tienes que asegurarte de que sólo los necesitas para eso. --
—Señora Florence, no le contará a nadie mis planes, ¿verdad?
—Por supuesto que no. Éste es un asunto muy íntimo. Además, no hay ninguna garantía de que lo vayas a conseguir. Por lo que sé de Zachary Efron —la mayoría por cosas que he oído de Ash—, no eres su tipo. Hay hombres con ciertas apetencias que sólo pueden satisfacer mujeres muy habilidosas, y tú... —Se detuvo y observó a Vanessa con ojo crítico—. Algo me dice que tu repertorio es muy limitado.
—Ni siquiera tengo repertorio —sentenció Vanessa.
—Esto dificulta un tanto las cosas. Por otro lado, posees juventud y belleza.—
—El problema es que ya he cometido un error. Tenía que haberme comportado de manera misteriosa y distante... En su lugar, he expuesto mis intenciones con toda claridad.
—¿Sabe que lo deseas? —preguntó la señora Florence con aire divertido.
—Sí, y ha dejado
—Sí, y ha dejado claro que no desea hacer nada conmigo.--
—Bueno, tu franco acercamiento no tiene, por fuerza, que ser un error —consideró la señora Florence—. Podemos asumir que un hombre como Efron esté acostumbrado a mujeres que se insinúan de manera sutil y sofisticada. A lo mejor, incluso fue un acierto que le desconcertaras.--
—No sólo le desconcerté —reconoció una Vanessa avergonzada—, de paso conseguí que le pegaran.—
—¿Que hiciste qué? —preguntó la señora Florence sobresaltada, y Vanessa le relató el accidente
La anciana la miraba entre divertida e incrédula—. Te diré una cosa, chiquilla... Esto es todo un desafío para mí, déjame pensar un instante.
Vanessa esperó a que la anciana considerara el problema………….


Bye!

jueves, 5 de agosto de 2010

CAPITULO 21: Because You Are Mine

Hola XP
--Para estar cerca de usted—

La desvergonzada declaración hizo que Zac meneara la cabeza. Viniendo de quién venía, carecía de sentido, pues la inocencia e inexperien¬cia de Vanessa no podían ser más evidentes. ¿Por qué quería tener una aventura con él?
—¿Su familia sabe que está aquí? —preguntó.
—Sí—contestó con cierta precipitación.
Los labios de Zac se torcieron en un gesto de escepticismo.
—¿Quién es su padre? ¿A qué se dedica?
—Es... un granjero—contestó con cautela.
La suspicaz mirada de Zac se deslizó por la suave tela de algodón y el corte delicado del vestido de la chica— ¿Por qué no está en casa con su familia, señorita Montez?
Las contestaciones de Vanessa se iban haciendo cada vez más titubeantes y Zac lo percibió.
—Me he peleado con ellos.
—¿Por qué? —preguntó el actor, y no le pasó desapercibido el rubor que afloró a las mejillas de la chica a causa de la mentira.
—Preferiría no decirlo...
—¿Tiene que ver con un hombre?
El parpadeo de sorpresa en los ojos castaños de Vanessa confirmó a Zac que su suposición era acertada. Acomodándose la silla, la estudió con serenidad.
——Lo dejaremos aquí, señorita Montez. No necesito saber, o preocuparme, por sus asuntos personales. No obstante, déjeme advertirle de nuevo que si, por cualquier razón, alberga algún tipo de esperanza de que usted y yo vayamos a...
—Entiendo —le interrumpió con total naturalidad—. No quiere tener ninguna aventura conmigo. —Se dirigió a la puerta y, al llegar a ella, se detuvo y añadió—: Sin embargo, la gente puede cambiar de opinión.
—Yo no —dijo él, y frunció el ceño cuando la chica desapareció de su vista.
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Mientras barría el suelo de la sala de descanso y recogía platos y tazas de té sucias, Vanessa escuchó a algunos de los más famosos actores del Capital discutir acerca de las causas de enamoramiento de la gente.
—No es lo que muestras —decía Arlyss Barry, una diminuta actriz cómica de pelo ensortijado—, sino lo que escondes. El señor Efron, por ejemplo: obsérvalo en cualquiera de los papeles que interpreta y verás que siempre esconde algo. Lo que hace que te atraiga una persona es su misterio.
—¿Estamos hablando del teatro o de la vida real? —preguntó Corbin Bleu, el caballero morocho que había pegado por accidente al Zachary durante el combate.
—¿Es que hay alguna diferencia? —inquirió con simulado desconcierto Lucas Grabeel, otro joven actor contratado---.
—No en este caso —afirmó Arlyss Barry—. La gente siempre quiere lo que no tiene. El público se enamora del protagonista porque nunca pertenecerá a ninguno de ellos. En la vida real, sucede lo mismo. No hay mujer u hombre vivo que no se haya enamorado de alguien que estuviera fuera de su alcance.
Con la escoba y el recogedor en la mano, Vanessa se detuvo cerca del grupo.
—No sé si estoy de acuerdo —dijo con aire pensativo—. No estoy muy conectada en estos temas, pero... si alguien fuera muy amable con una y la hiciera sentir segura y querida... ¿no lo encontraría atractivo?
—No lo sé —contestó Lucas , sonriendo con desenfado—. Quizá deberías comprobar tu teoría conmigo, Nessa, y veríamos si funciona.
—Creo que Nessa ya la está probando con otra persona —terció Arlyss con malicia, y se rió al ver que Vanessa se ruborizada—. Perdóname, querida... Nos gusta tomarnos el pelo unos a otros. Me temo que tendrás que acostumbrarte a ello.
Vanessa recuperó la sonrisa.
—Por supuesto, señorita Barry.
—¿En quién estás probando tu teoría? —preguntó Lucas con vivo interés—. ¿No me dirás que en el señor Efron? —Simuló indignarse cuando vio que el rubor de Nessa se hacía más intenso—. ¿Por qué con él y no conmigo? De acuerdo, es rico, guapo y famoso... pero ¿qué tiene, además de eso?
Sin saber cómo escabullirse de la broma, Vanessa empezó a mover con energía la escoba, salió barriendo de la habitación y siguió haciéndolo por el pasillo.
—Pobrecita —oyó que decía Corbin en voz baja—. Zac nunca se fijará en ella... En cualquier caso, es demasiado dulce para él.—