miércoles, 12 de octubre de 2011

Capitulo 40




Acorralada, Vanessa le clavó la mirada. Sintió un nudo en la garganta y el vago dolor de la noche anterior volvió a instalarse en su pecho.….
—Bueno, no hay necesidad de discutirlo —dijo la señora Beecham, aparentemente conmovida por algo que apreció en el rostro de Vanessa—. Sus razones para estar aquí no son de mi incumbencia. Puede quedarse el tiempo que quiera... hasta que el señor Efron diga otra cosa.
Vanessa asintió con la cabeza y se sentó, aunque antes de acomodarse tanteó los bordes de la silla.
—Lleva tiempo sin comer —oyó que comentaba el ama de llaves—. Haré que suban unas sopas. Quizá, con paciencia, logre que coma algo.
Vanessa se enteró sólo a medias de la marcha de la mujer. Se quedó mirando el perfil del durmiente. Esa mañana había una leve barba en la cara, que le confería el aspecto curtido de un capitán de barco o de un salteador de caminos.
Apretó una de sus grandes manos entre las suyas y acarició el dorso suave hasta llegar a los pelos de la muñeca. Zac tenía una mano fuerte y bien cuidada; las uñas, cortas y pulidas, eran de una suavidad aterciopelada. No había anillos en los dedos, tan sólo las marcas blancas de cortes y cicatrices. Vanessa recordó el tacto de aquella mano en su cara, la respiración de Zac... el suave roce de las yemas de los dedos del actor.
Anheló que volviese a acariciarla. Deseaba ciertas cosas de él que no tendría jamás. No fue consciente de haber acercado la cabeza a la mano de Zac hasta que sintió su piel contra los labios. Puso entonces la palma hacia arriba y apretó la boca contra la ligera hondonada arrugada, sintiendo el gusto salado de sus propias lágrimas.
Zac jamás la querría, lo había dejado bastante claro. Y ella había imposibilitado cualquier tipo de familiaridad entre ambos al acercarse a él con mentiras y un nombre fingido, además de haberle hecho objeto de un
plan. ¿Cómo podría perdonarle semejante comportamiento un hombre tan orgulloso? Simplemente, no podría.
Nunca había sentido esa clase de pena: persistente, pesada, capaz de aplastar cualquier frágil destello de felicidad en su interior. Qué ironía haber perseguido su objetivo con tan fría determinación y acabar con el corazón destrozado. Siempre había sido consciente de los riesgos sociales, e incluso físicos, que asumía, pero nunca de los emocionales. No había planeado enamorarse de Zac. Susurró en la palma de la mano del actor y le cerró los dedos como si deseara con ello que contuviesen las preciadas palabras en su interior.
En cuanto desapareciera la fiebre, se iría. Así no lo insultaría ni mancharía sus propios sentimientos utilizándolo para el propósito deseado en un principio. De repente, se sintió inmensamente feliz de no haber hecho el amor con él, de no haberlo herido ni traicionado. De haberlo hecho, no habría podido vivir consigo misma.
Alguien llamó a la puerta, y una doncella entró con una bandeja que contenía té y sopas. A indicación de Vanessa, dejó todo aquello en la mesilla de noche y la ayudó a incorporar a Zac con alguna almohada más. Nessa le dio las gracias y le dijo que se fuera. Después se sentó junto a Efron, que ya se había despertado. El enfermo alzó los párpados y se quedó mirándola un buen rato. En un principio, no pareció reconocerla; poco después, los labios del actor pronunciaron su nombre.
—Nessa... el Capital... —La voz aterciopelada se había convertido en un áspero ruido.
—El señor Bennett se ha hecho cargo de la compañía —contestó Vanessa, dudando antes de tirar de la sábana, enrollada en las caderas de Zac, que no parecía consciente de su desnudez—. Estoy segura de que lo tiene todo bajo control. Zac no dijo nada, pero Vanessa pudo leer la tortura en sus ojos. Dudaba de que, con anterioridad, hubiera dejado el teatro al cuidado de otro.
—¿Quiere que le pida que envíe un informe diario hasta que usted regrese?
Zac asintió con la cabeza, se apoyó contra el montón de almohadas y cerró los ojos.
—Todavía no debe dormirse —le dijo Vanessa, y le sacudió levemente el hombro desnudo. La piel de Zac pareció quemarle la mano—. Primero tiene que comer.
—No. —Empezó a volverse de lado, jadeando con esfuerzo.
—Entonces, no le daré ninguna noticia del señor Bennett —lo amenazó Vanessa sin alterarse.
Zac dejó de moverse y, con los ojos entrecerrados, le dirigió una mirada propia amenazante.
—Sólo algo de té y un poco del desayuno. —La paciente Vanessa reprimió un repentino acceso de risa. De no haber estado preocupada, le habría divertido tenerlo en su poder. Con cuidado levantó la taza de té hasta los labios de Zac, animándole a sorber el líquido endulzado. Aparentemente reconfortado por el calor de la bebida que se deslizaba por su garganta, el actor obedeció. Sin embargo, el primer trozo de pan tostado con manteca le hizo volver la cabeza con una mueca de asco.
—¡Leche! —gruñó con aversión.
—A mí tampoco me gusta —reconoció ella, al tiempo que le acercaba otra cucharada—. Sin embargo, no está en condiciones de discutir. Venga, otro poco más.
Zac, con la cabeza vuelta, se negó mascullando algo incomprensible.
—El informe del señor Bennett —le recordó, a lo que el actor respondió mirándola con hostilidad—. Por favor —murmuró Vanessa, cambiando de táctica—. Le prometo que si alguna vez estoy enferma podrá acercarse adonde quiera que me encuentre y alimentarme personalmente con tazones rebosantes de sopas de leche.
La idea pareció inspirarle lo suficiente como para atragantarse con algunas cucharadas más.
—Gracias —dijo Vanessa mientras apartaba el tazón. Se inclinó entonces para quitarle la almohada añadida y arreglarle el pelo—. Se recuperará enseguida y podrá escoger su venganza.
Zac volvió la cara buscando el frescor de su mano y se quedó dormido de inmediato. Aún inclinada sobre él, siguió la fina curva de la oreja de Zac —unas orejas muy pequeñas para un hombre tan grande— y le besó allí donde la mandíbula se une al cuello. Tuvo un absurdo y momentáneo arrebato de felicidad. Estaba cerca del hombre que amaba y era libre de tocarlo. Haría cualquier cosa, se iría todo lo lejos que él quisiera. Con entusiasmo llamó a un criado y se sentó en el escritorio para escribir a toda prisa una nota al señor Bennett.
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Ya casi ya casi lo mas importante!!!,asi es volvi despues de mil y un años,pero comprendan la escuela,lo de mi escuela de actuacion y proximamente me meteran a un curso para entrar a la preparatoria pfff demasiadas cosas,ademas que en el capitulo anterior solo hubo 2 firmas!!! siento como si le escribiera al aire pero bueno les subo porque se lo que se siente que me dejen sin novela asi que tratare de publicar mas seguido lo prometo!!!....y aparte estaba viendo que vanessa en su pagina web puso una cancion de jessie j nobody's perfect,que por cierto la amo tambien,y bueno el caso es que la cancion habla sobre alguien que perdio o algo asi por lo que entendi y se me vino a la cabeza,algo asi como que le canta a un chico que esta arrepentida o bueno alomejor son alucinaciones mias jajaja pero de todas formas escuchenla traducida les deje el video arriba esta genial!!! wuu bueno espero y ahora si haya comentarios...ahhh y bienvenidas a las nuevas lectoras ^-^ bueno bye bye

domingo, 7 de agosto de 2011

Capitulo 39




Él la miró fijamente, como si fuera la imagen de un sueño, con una ex presión de curiosidad algo distante. Acto seguido esbozó una sonrisa a modo de respuesta.….
—Según parece... jamás me libraré de ti —dijo con una voz queda salpicada por violentos accesos de tos.
La morena vertió agua en un vaso y le ayudó a beber, sujetando el vaso con una mano y deslizándole un brazo por detrás de la cabeza. Vacilante, Zac se reclinó sobre el brazo que lo soportaba mientras bebía sin gana algunos tragos. Pesaba mucho, y el brazo de Vanessa empezó a resentirse por el esfuerzo. Cuando terminó de beber, apartó la cara a un lado y Vanessa volvió a recostarlo en la almohada con cuidado.
—¿Le gustaría que me fuera? —preguntó en voz baja.
Cerró los ojos. Tardó tanto tiempo en contestar que Vanessa pensó que quizá se había quedado dormido de nuevo.
 Quédate—dijo al fin.
—¿Debería avisar a alguien para que le cuide? Un amigo o pariente...
—No. Te quiero a ti. —Cerró los ojos y la conversación concluyó. Apretó los dedos en torno a un pliegue del vestido de Nessa.
A pesar de lo preocupada que estaba, no pudo evitar sonreír. Incluso postrado en el lecho seguía siendo tan autoritario como siempre. Por alguna razón, quería que se quedara. Confiaba en ella. No volvió a pensar más en irse. «Zac», murmuró, queriendo probar cómo sonaba el nombre en sus labios.
Después de que su ambicioso plan fracasara, el caso es que allí estaba ella de cuidadora en el cuarto de un enfermo. Nada respondía a un plan preconcebido y, lo más curioso de todo, ni siquiera le preocupaban sus propios problemas. Todo lo que deseaba era ver a Zac repuesto.
Se dirigió al pequeño escritorio situado bajo una de las ventanas, y allí escribió una nota a la señora Florence explicándole la situación. Tras plegarla con cuidado, selló la carta y llamó a una doncella, a la que entregó la misiva con el encargo de que se entregara en la residencia de la señora Florence en Somerset Street.
—Por favor, que se envíe a alguien a recoger mis pertenencias —añadió. Antes de salir, la doncella le hizo una reverencia.
Vanessa volvió a junto a la cama. Parecía que el estado de Zac empeoraba por momentos, con aquella fiebre que aumentaba silenciosamente. Estaba demasiado aturdido para discutir cuando ella le obligó a beber pequeños sorbos de caldo. Tras no pocos esfuerzos, Vanessa consiguió que ingiriera, todo lo más, media taza del nutritivo líquido. Después volvió a quedarse dormido.
En algún lugar de la casa, un gran reloj dio doce campanadas con un sonido profundo y sonoro. A su pesar, Vanessa estaba cansada y empezó a cabecear casi vencida por una oleada de sueño. Se levantó y se estiró en un intento de despertarse, volviéndose con un respingo cuando oyó que alguien entraba en la habitación.
La señora Beecham y el ayuda de cámara se acercaron a la cama.
—¿Cómo está? —preguntó el ama de llaves en un tono más amistoso que el empleado hasta entonces. Parecía haberse hecho a la idea de la presencia de Vanessa, y había decidido dejar a un lado las suspicacias.
—La fiebre ha empeorado.
—Es lo que el doctor Brooke esperaba —contestó la señora Beecham en un tono realista—. El ayuda de cámara del señor Efron, Denis, va a ayudarme a pasarle una esponja con agua fría; quizás ayude a bajarle la fiebre. Si lo desea, puede descansar unas horas. He pensado que le gustaría ocupar el dormitorio pequeño de los aposentos privados del señor Efron.
—Es usted muy amable —contestó Vanessa—, pero quiero estar aquí por si él me necesita...
—Yo le cuidaré hasta que vuelva —le aseguró el ama de llaves—. Necesitará dormir algunas horas, señorita Montez, si quiere estar despejada por la mañana.
La observación era irrefutable. Vanessa estaba cansada, y habrían de pasar muchas largas horas, incluso días, antes de que la fiebre remitiera.
—Gracias —dijo, y el ama de llaves la condujo hasta un cuarto de invitados, algunas puertas más allá.— y por favor, digame Vanessa o Nessa.—
Al entrar en la amplia habitación la muchacha noto que sus ropas ya habían sido acomodadas en el ropero. Se acerco para retirar una prenda comoda y sencilla y luego se dirigió al baño. Una vez lista y con el pijama puesto se recostó en la amplia cama. Tenía la sensación de que nunca había estado tan cansada. Reclamada de inmediato por el sueño, su mente se vio invadida por una acogedora oscuridad.
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Las primeras luces de la mañana despertaron de golpe a una descansada Vanessa. Buscó con impaciencia la bata y corrió al dormitorio de Zac; los pies descalzos no tardaron en enfriársele al contacto con el frío aire matutino. Una doncella estaba encendiendo la chimenea, mientras la señora Beecham juntaba un montón de paños húmedos que habían sido utilizados para refrescar a Zac durante la noche. El ama de llaves tenía manchas debajo de los ojos, y unas visibles arrugas, inexistentes la víspera, surcaban su frente.
—No hay cambios —contestó a una inexistente pregunta de Vanessa.
Se acercó a la cama y miró con detenimiento a Zac. Tenía la piel seca y ardiente y los labios ligeramente agrietados. Le habían quitado el pijama de franela, y una simple sábana le cubría de cintura para abajo, dejando a la vista la musculatura del torso, la oscura sombra del pelo de las axilas y el ombligo. Jamás había visto a un hombre desnudo. Su mirada se perdió hacia la zona del cuerpo cubierta por la sábana, hacia la interminable longitud de sus piernas y la forma íntima del sexo oculta bajo el delgado lino blanco. Un rubor de recato le tiño las mejillas y se aparto avergonzada. Se volvió para encontrarse con la mirada de la señora Beecham, que no le quitaba ojo.
—Tú no eres su pareja, tal y como aseguraste —dijo el ama de lla¬ves con sereno convencimiento—. Seas lo que fueres para él... no eres su pareja

Acorralada, Vanessa le clavó la mirada. Sintió un nudo en la garganta y el vago dolor de la noche anterior volvió a instalarse en su pecho……


Bueno eso es todo por hoy espero poder publicar mas seguido y bueno con eso me despido espero que les aya gustado el capitulo bye bye

miércoles, 27 de julio de 2011

Capitulo 38



El chasquido del picaporte cuando se abrió desde adentro, la interrumpió. En silencio, esperó a que saliera el doctor….
El doctor Brooke era un hombre de unos treinta años, con entradas en el pelo y un par de gafas redondas que le conferían un aire de sabiondo. Tenía una cara agradable y ojos solemnes y oscuros. Miró primero a la señora Beecham, y luego a Vanessa.
—Soy la señorita Montez —dijo Vanessa, adelantándose—. He venido a preguntar por el estado del señor Efron. Soy su... pareja. El doctor le cogió la mano e hizo una cortés reverencia.
—¿Cómo está? —preguntó el ama de llaves.— La mirada del doctor Brooke abarcaba a ambas mujeres.
—En los últimos tiempos he asistido a muchos casos similares. Lamento decir que éste parece uno de los peores, lo que no deja de sorprender en un hombre de la habitual fortaleza de Zachary Efron... Pero él no hace nada con moderación, ¿no es así?
—Me temo que no —contestó, compungida, el ama de llaves.
—Volveré mañana a visitarlo y a ver cómo progresa la fiebre —continuó el doctor—. Por desgracia, todavía no ha entrado en la peor fase. Enfríenlo con frecuentes aplicaciones de agua y hielo. Sugiero que le den de comer gelatinas, caldo y, acaso, una cucharada de leche con coñac de vez en cuando.
—Tengo una vieja receta familiar: hojas de eucalipto maceradas en brandy—comentó la señora Beecham—. ¿Podría darle una dosis cada noche?
—No veo inconveniente. —El doctor hizo una pausa, y su mirada se detuvo en Vanessa—. Señorita Montez, ¿puedo preguntarle si su intención es ayudar a cuidar al señor Efron?
—Sí —dijo Vanessa con firmeza.
—Entonces, le sugiero que limite sus relaciones con la gente ajena a la casa. La fiebre es muy contagiosa y no descartaría la posibilidad de que sucumba usted a ella.— Las señora Beecham miró a Vanessa con una expresión de perplejidad.
—Supongo que tendré que disponer una habitación para usted.— Vanessa se hizo cargo de la renuencia de la mujer. Ningún miembro del servicio de Zachary había tenido noticias de su existencia hasta ese momento. Obviamente miraban por los intereses de su patrón y procuraban evitar que, ahora que él no podía impedirlo por sí mismo, alguien violara su intimidad.
—Gracias, señora Beecham —dijo en voz baja—. Le aseguro que sólo pretendo ayudar al señor Efron... a Zac... en todo lo que pueda.— El ama de llaves asintió con la cabeza, todavía aparentemente inquieta y dio instrucciones a la sirvienta. Entretanto, el doctor Brooke se despidió y salió en compañía del asistente. Tomando la iniciativa, Vanessa se deslizó dentro del dormitorio a través de la puerta entreabierta.
El cuarto contenía una enorme cama, con colcha de color azul marino y almohadas de plumas en la cabecera, colocadas en grupos de tres. El rubio yacía cubierto con una sábana y una manta liviana; la colcha aparecía plegada a sus pies. Se le había vestido con un pijama de dos piezas de franela, cuya parte superior estaba desabotonada por debajo del pecho. Dormía como si hubiera sido drogado, con la mitad de la enrojecida cara enterrada en una almohada. Cuando entró Vanessa, la ayudante de recámara estaba colocando una jarra de agua y una pila de paños en la mesilla de noche. Se había colocado un pequeño sillón cerca de la cama, pero Vanessa prefirió sentarse en el borde del colchón. El ligero desplazamiento provocado por su peso hizo que Zac se girara hacia ella y murmurara alguna incoherencia con los ojos todavía cerrados. La respiración raspaba su garganta.
—No pasa nada —le dijo Vanessa en voz baja, mientras empapaba en agua uno de los paños de lino, lo escurría y se lo colocaba sobre la frente caliente. El alivio de aquel frescor pareció relajarlo, y se hundió aún más en la almohada. Vanessa extendió la mano y se animó a acariciarle la hermosa cabellera, como había deseado hacer tantas veces. Era suave y tupida, una seda castaña con reflejos dorados. Estudió la cara de Zac: la palidez de la piel, que hacía resaltar la belleza severa de su estructura ósea; las pestañas, medias lunas de plumas por encima de las mejillas; los párpados, ligeramente temblorosos a causa de los sueños febriles del actor. Un hombre tan orgulloso y solitario, rendido, indefenso al sueño, los labios separados, como los de un niño. Si estuviera enamorada de él, verlo así le rompería el corazón.
Sentada, inmóvil, intentó desentrañar la sorda pena que se había instalado en su pecho. Si estuviera enamorada de él, el dolor no la abandonaría jamás, los recuerdos de Zac la perseguirían todos los días de su vida... porque jamás habría otro hombre como él.
Apenas se demoró pensando en su dilema, no tenía mucho tiempo para sí misma. Quizá fuera ya demasiado tarde, tal vez sus padres habrían descubierto ya que se había escapado del colegio. De ser así, estarían frenéticos y preocupados. La buscarían y, una vez la encontraran, la intimidarían y amenazarían hasta que ella sediera a sus deseos. Acabaría siendo la esposa de lord Black a pesar de todos sus esfuerzos por resistirse. A menos que se convirtiera en mercancía estropeada. Se marcharía de allí inmediatamente y encontraría alguien con quien tener una aventura. Sin duda habría objetivos bastante más predispuestos que Zachary Efron. Jamás hubiera imaginado que fuera tan difícil seducirlo, habida cuenta de su reputación. Pero no había caído en la cuenta de su complejidad ni de sus inesperados escrúpulos. Se había negado a deshonrarla, y sería idiota si pensara que podía cambiar de opinión.
Allí no se la necesitaba. Efron tenía sirvientes que lo cuidarían, los servicios de un excelente médico y más amigos y conocidos de los que podía contar. Se recuperaría sin necesidad de su ayuda. Con el ceño fruncido, Vanessa estuvo observando largo rato cómo dormía. Sentada al lado de la cama, le fue cambiando el paño de su frente o suministrándole algunas gotas de jarabe cuando la tos empeoraba.
De vez en cuando aparecía un criado para ver si Vanessa ordenaba algo, recibiendo siempre idéntica negativa. Excepto por aquellas breves intromisiones, parecía como si el mundo no existiera más allá del dormitorio. Los minutos se convirtieron en horas, hasta que las luces de la tarde empezaron a apagarse y se acercaron las sombras de la noche.
Justo en el momento en que Vanessa estaba considerando pedir un poco de caldo, Efron empezó a despertarse. Se removió y pestañeó. Sus ojos tenian un brillo febril. Con suavidad, Vanessa le retiró el paño húmedo de la frente y volvió a tomar asiento en el borde la cama.
—Señor Efron —dijo sonriéndole.
Él la miró fijamente, como si fuera la imagen de un sueño, con una expresión de curiosidad algo distante. Acto seguido esbozó una sonrisa a modo de respuesta.
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Bueno eh aqui un capitulo mas,dios eh estado un poco ajetreada pero no importa,espero y poder publicar mas pronto si no cuando vuelva a publicar les publicare dos capitulos,les gusta la idea? bueeno me voy espero el capitulo sea de su agrado bye bye

martes, 12 de julio de 2011

Continuacion Capitulo 37





—¿Necesita algo, señorita Montez? —le preguntó el mayordomo, levantándose de una silla próxima a la escalera.
—Sí. —Vanessa se acercó a los escalones de mármol, medio temerosa de que el hombre la impidiera subir—. Me gustaría saber dónde está el dormitorio del señor Efron.
El rostro inexpresivo del mayordomo no impidió que Vanessa percibiera la consternación interior del mismo. Sabía que él y el resto de la servidumbre tenían dudas acerca de su relación con Efron, pues no estaban seguros de si era una simple empleada como ellos o quizá su última amante.
—El doctor está con él, señorita —observó el mayordomo con tacto—. Si el salón no es de su agrado, quizás haya otro lugar en el que prefiera esperar...
—Preferiría ir a su habitación —replicó Vanessa sin alterarse, imitando el tono seco que había oído utilizar siempre a su madre para dirigirse a la servidumbre.
—Sí, señorita Montez —llegó, desganada, la contestación. El mayordomo llamó a otro muchacho y le ordenó que mostrara a la señorita los aposentos privados de Zac. El joven la condujo hasta una puerta cerrada donde esperaba la señora Beecham. Una sirvienta permanecía cerca, preparada para ir a buscar a toda prisa cualquier cosa que hiciera falta.
Las cejas de la señora Beecham se arquearon al ver a Vanessa.
—Señorita Montez... ¿no ha encontrado cómodo el salón?
—Quería averiguar si ya se sabía algo.—La señora Beecham sacudió la cabeza.
—El doctor sigue con él. La informaré tan pronto haya alguna noticia. Mientras tanto, la sirvienta la acompañará al recibidor de la planta baja. Vanessa se dispuso a iniciar una discusión.
—Preferiría...
El chasquido del picaporte cuando se abrió desde adentro, la interrumpió. En silencio, esperó a que saliera el doctor……
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Si ya se demasiado corto pero cuando subi el capitulo no aparecia esta parte y bueno hasta ahora puedo subir jajaja,y bueno tratare de publicar un poco mas seguido porque hace como ufff que no publico

domingo, 5 de junio de 2011

CAPITULO 37:Because You Are Mine


—Casi hemos llegado —dijo Vanessa, confiando desesperadamente en que Zac no se derrumbara....
Llegaron a la entrada trasera y salieron. Un viento atravesó las mangas del vestido de Vanessa y entumeció sus mejillas. Un segundo chofer abrió la puerta de un auto negro.El chofer miró inquisitivo a Vanessa.
La joven dudó, y observó durante un segundo con deseo el lujoso vehículo. No tenía derecho a marcharse con Efron. Aun así, había una posibilidad de que pudiera necesitarla para algo...
Antes de que pudiera cambiar de parecer, se abalanzó al interior del coche. Agradecida por librarse de la gélida temperatura, se acomodó en un mullido asiento de cuero negro. El chofer, resoplando a causa del esfuerzo, subió a Efron y lo colocó junto a Nessa. El actor, con la faz lívida y los párpados cerrados, se desplomó contra una esquina. El abrigo se le había caído de los hombros y Vanessa tiró de la prenda y se la ciñó al cuello. Tras otra profunda inspiración, Zac volvió a toser con fuerza. El automovil se puso en marcha, avanzando con suavidad y ligereza. Volvió la mirada a Efron que, grande y vulnerable al mismo tiempo, parecía un león abatido. Una sacudida del auto le arrancó un gemido. Automáticamente Vanessa se acercó y le puso la mano fría en la frente. El contacto pareció otorgarle un instante de lucidez. Abrió los ojos amoratados, en ese momento apenas un par de hendiduras de un asombroso azul.
—N-Nessa —dijo, apretando los dientes para evitar que le castañetearan.
—¿Sí, Zachary? —Subió la mano hasta, la mejilla de Zac y, con suavidad, tocó la piel seca a la que la barba incipiente confería un tacto áspero.
—No deberías... haberme acompañado
—Lo siento. —Retiró la mano—. Sé que es muy celoso de su intimidad. Señor, no tiene de qué preocuparse, no me quedaré mucho tiempo. Sólo quería asegurarme de que está bien.
—N-no es eso lo que... —Una sucesión de escalofríos le obligó a apretar los dientes—. Te pondrás enferma —dijo con claridad.
Vanessa lo miró sorprendida. ¿Cuántas personas en ese estado se habrían preocupado por su salud? Impresionada por la inesperada galantería, sonrió.
—Me encuentro muy bien,Zac.—
Sin fuerzas para discutir, Efron cerró los ojos y apoyó la cabeza en el respaldo del asiento. La sonrisa de Vanessa se esfumó e intentó recordar qué hacía su niñera siempre que ella y sus hermanas estaban enfermas... Las mantenía abrigadas, si eso hacían siempre. Para comer, caldo y contra la tos, jarabe .Más allá de esto, los conocimientos médicos de Vanessa brillaban tristemente por su ausencia. Sintiéndose inútil, suspiró.
Cuando el coche aminoró la marcha y se detuvo, uno de los choferes saltó del auto y echó a correr. Tras alcanzar la puerta frontal, llamó con fuerza. Se abrió una de las puertas y, a partir de ahí, todo fue actividad y confusión. Un muchacho con chaqueta gruesa y gorra se acercó para ayudar al señor Efron y, medio a rastras, medio en volandas, lo saco del vehículo. Metiendo cada uno un hombro bajo los brazos del actor, lo introdujeron en la mansión, y Vanessa los siguió. Al entrar allí de una manera que Efron jamás le habría permitido en caso de encontrarse sano, tuvo la sensación de estar pisando una tierra prohibida.
El recibidor se abría a una sala principal, donde un ama de llaves con aspecto de matrona daba órdenes a un ejército de doncellas. «Traegan paños de lino limpios y agua —decía con voz autoritaria—. Tilda, trae mi maletín de las medicinas. Gwyn, el bote de las sanguijuelas. Puede que el doctor quiera utilizarlas cuando venga.»
Un mayordomo de pelo canoso estaba igualmente ocupado impartiendo instrucciones a los criados, ordenándoles que trajeran botellas de brandy y whisky y que ayudaran al ayuda de cámara a meter a Efron en la cama. Vanessa se hizo a un lado, observando impotente cómo subían a Efron por una escalera doble en forma de herradura hecha de mármol gris y blanco.
El ama de llaves no tardó en advertir la presencia de Vanessa y se presentó como la señora Beecham.
—Tenga la amabilidad de disculparnos, señorita...
—Montez
—Señorita Montez —repitió el ama de llaves—. Me temo que estamos bastante ocupados en este momento. Se trata de una situación inusitada.
—Lo entiendo.
La mirada del ama de llaves recorrió a Vanessa de arriba abajo. Era evidente que intentaba decidir quién era y el grado exacto de amistad que la ligaba al señor Efron, aunque se abstuvo de preguntar.
—Ha sido muy amable de su parte por acompañar al señor Efron desde el teatro —observó la mujer.
Vanessa miró en la dirección por la que se lo habían llevado.
—Sólo espero que esté en las debidas condiciones.
—Se le está acomodando lo mejor posible hasta que llegue el doctor. ¿Le gustaría esperar en el salón de la planta baja?
—Sí, gracias...
La señora Beecham la condujo a una espaciosa sala decorada en discretos tonos oro y ciruela.Entre los dos ventanales, que discurrían desde el suelo al techo, y encima de una larga mesa, se desplegaban varias figuritas orientales.Al advertir el interés de Vanessa por una pequeña estatua japonesa, que representaba a un anciano barbado sosteniendo un cayado de oro, el ama de llaves sonrió con un deje irónico.
—El dios de la suerte, según el señor Efron. No podría ni empezar a deletrear su nombre. Tiene otras en su colección. Todas son cosas de paganos.
—Me gusta ésta —aseguró Vanessa, tocando la barba del hombrecillo con la punta del dedo—. Sólo espero que haga honor a su reputación y traiga buena suerte al señor Efron.
—Hay quien diría que el señor Efron ya ha disfrutado de más suerte de la que le corresponde —observó la señora Beecham, dirigiéndose hacia la puerta del salón.
Abandonada a sus propios recursos, Vanessa se acercó hasta la ventana y se quedó mirando una hilera de setos podados con diferentes formas y una fuente de mármol que había en el jardín. Vanessa recorrió el salón con la mirada y reparo en una caja de madera que había encima de la mesa más cercana a ella, la tomó en sus manos llena de curiosidad. El interior estaba forrado en plata y la tapa tenía labrada una medalla con la efigie de Shakespeare. En la base había la siguiente inscripción: «Obsequio para el señor Zachary Efron de la Stratford Corporation.»
Una voz interrumpió sus cavilaciones, y cuando levantó la cabeza vio a un par de doncellas que traían una bandeja con el té.
—La caja fue tallada con madera de la morera de Shakespeare —le informó con orgullo una de las doncellas—. Al patrón siempre le están dando premios y cosas parecidas debido a todas esas funciones benéficas y obras de caridad.—Vanessa sonrió al percatarse de que, sin duda alguna, parecía que Efron gozaba de la admiración y el afecto de sus sirvientes.
La criada dejó la bandeja en una mesa baja.
—La señora Beecham ha dicho que si desea algo nos llame a una de nosotras.
—Gracias, no necesitaré nada. La salud del señor Efron es lo único que me importa.
—El doctor Brooke llegará enseguida, y lo pondrá como nuevo otra vez.
—Eso espero —contestó Vanessa. Tomó una taza de porcelana china vacía y empezó a juguetear con la delicada taza. Miró hacia la puerta, preguntándose cuándo llegaría el doctor y cuánto tardaría en pronunciar un diagnóstico sobre el estado de Efron.
Las criadas abandonaron el salón y, tan pronto como atravesaron el umbral, se pusieron a cuchichear entre sí. Sin poderlo evitar, Vanessa escuchó un fragmento de la conversación.
—¿Crees que es la última?
—iJa!
—Es bastante bonita
—Sí, pero sólo es una cualquiera... No es su tipo en absoluto.—
Vanessa frunció el ceño y dejó la taza vacía, se levantó de la silla y paseó por la estancia. Impaciente, decidió averiguar donde se encontraba Zachary....

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Ok,ok tal vez digan porque no he publicado como lo dije,bueno las cosas no estan saliendo de acuerdo al plan,resulta que reprobe una materia y he estado rogandole al maestro que me de un trabajo extra y no quiere,bueno eso y que estamos montando otra obra de teatro y soy el principal y tambien voy algo mal en la escuela asi que me hice un tiempesito y les publique,pero les prometo que cuando todo esto acabe tratare de publicar mas seguido,ok,bueno bye bye se cuidan mis niñas

viernes, 27 de mayo de 2011

CAPITULO 36: Because You Are Mine

Hola chicas!!aqui le seguimos quiu!

—¿Zachary?..... ¿hay algo que pueda hacer por usted? ¿Le apetecería un poco de té?
—Sólo que te vayas —murmuró—. Tengo trabajo... No estoy de humor para diversiones.
—Sí, señor. —Pero algo la impedía marcharse. Le invadía la certeza creciente de que algo iba mal. Había tanto silencio dentro del despacho... Y no era normal en él que, a esas horas, tuviera la puerta cerrada, impidiendo el acceso al resto de la compañía.Cerró los ojos, respiró profundamente y penetro en el despacho. Si las sospechas resultaban infundadas, lo más probable es que Efron le arrancara la cabeza.
Cuando Vanessa penetró en el cuarto, el actor no pareció advertir su presencia hasta que estuvo a su lado. Sentado ante el escritorio, estaba medio soterrado por un montón de papeles arrugados y emborronados. Antes de coger la pluma, se pasó la manga por la frente. Se había quitado la chaqueta y el chaleco, y los escalofríos le recorrían la espalda cada vez que el frío ambiente del cuarto atravesaba la delgada camisa de lino. Al intentar reprimir un violento acceso de tos, se le cayó la pluma y unas gotas de tinta se esparcieron sobre el escritorio.
—Oh, Zac!—dijo Vanessa en voz baja.
Efron volvió la cabeza hacia ella, mostrando la cara enrojecida y los ojos vidriosos. Daba la sensación de que contemplase a la chica a través de una espesa niebla. Sin reflexionar, Vanessa alargó la mano para tocarle las puntas húmedas del pelo, que acarició con suavidad. Rozó la frente de Zac con los dedos y descubrió el calor seco de una fiebre galopante.
—Déjeme ayudarle —dijo, en el momento en el que él se apartaba girando la cabeza y soltaba una palabrota apagada.
—Tengo que acabar la nueva programación. —Buscó la pluma perdida.
—Tiene fiebre, señor Efron. Debe irse a casa y descansar.
—No estoy enfermo, nunca he... —Cuando Vanessa volvió a tocarle la frente, se sobresaltó—. Tienes la mano tan fría —dijo con voz ronca, cogiéndole los dedos—. ¡Dios mío, me va a estallar la cabeza!
Sintió que la inquietud le desgarraba. ¿Es que no había nadie que lo cuidara, que se preocupara por su salud? Se quedó mirando fijamente a Zac, mientras éste era presa de los temblores.
—Señor, debe irse a casa —dijo con firmeza, e insistió una y otra vez ante las protestas de Efron, que acabó por callarse y acurrucarse contra el escritorio.
Con la frente sobre el puño cerrado, utilizó la otra mano para agarrar los dedos de Nessa que, muy a su pesar, logró liberarse.
—No se mueva —añadió—, volveré enseguida.
Zac no contestó, se limitó a quedarse lánguidamente sentado, utilizando la poca fuerza que le quedaba para no desplomarse.
Quiza la fortuna que el aprendiz de la carpintería, Jeff, pasara en ese momento por delante del despacho. Vanessa lo llamó y el chico se detuvo de inmediato con una mirada amistosa teñida de curiosidad
—Me temo que el señor Efron está enfermo —le informó Vanessa, al tiempo que indicaba la puerta entornada tras de sí—. Debe marcharse inmediatamente. ¿Harías el favor de decirle a alguien que traiga su auto?—
—¿El señor Efron... enfermo? —repitió el chico, dando la sensación : no haber oído otra cosa. Parecía haberse quedado estupefacto, como si semejante ocurrencia estuviera fuera del reino de lo posible.
—Hay algo más —añadió Vanessa—. Asegúrate de que alguien le diga a Ashley que se vaya ahora mismo. No debe acercarse al señor Efron; sería peligroso que cogiera la fiebre.
El chico retrocedió, lanzando una mirada recelosa hacia el despacho.
—¿Y qué pasa con usted? —preguntó preocupado—. ¿No debería alejarse también?
—No creo que enferme —contestó Vanessa—. De lo contrario, creo que a estas alturas ya me habría contagiado. Por favor, Jeff, date prisa. Me quedaré con él mientras mandas a llamar a el chofer—
—Sí, señorita Nessa. —Le lanzó una mirada de admiración—. Si no le importa que se lo diga, es usted un ángel, señorita Nessa. La chica más amable y dulce que jamás he conocido.
Vanessa sacudió la cabeza y sonrió avergonzada.
—Gracias, Jeff.
Al volver al despacho, Vanessa encontró el abrigo del rubio y lo envolvió con el. El abrigo debería haberlo calentado pero éste continuó temblando y tosiendo. Cuando Zac intentó levantarse de la silla, ella se abalanzó hacia él.
—No debe intentarlo,no se encuentra bien. El asistente vendrá a ayudarlo enseguida.—
—Puedo irme por mi propio pie —gruñó, y apartó las pequeñas manos represoras de la chica.
—Perderá el equilibrio —insistió Vanessa—, y si se cae antes de que llegue, puede hacerse daño... Y qué diría la gente. Supongo que no querrá que lo vean con este estado.—
Efron se tranquilizó y Vanessa se dio cuenta de que había tocado un punto débil. Zac no podía tolerar el menor signo de debilidad en su persona, mantendría su imagen de autoridad ante los empleados a toda costa. Apoyó la cabeza en las manos y esperó con una actitud tan apagada que Vanessa casi se asustó. No era, ni por asomo, él mismo.
Pareció una eternidad, pero sólo pasaron unos minutos antes de que llegara el chofer. Aunque el sirviente intentó simular serenidad, al ver a Efron los ojos se le abrieron como platos. Vanessa le pidió que ayudara a Zac a levantarse, cosa que él cumplió sumido en la estupefacción.
Ella se preguntó por qué le sorprendía ver enfermo a su jefe. Según parecía, a Efron le cuadraba tan bien ser una leyenda que, a todos los demás, incluidos sus sirvientes, les resultaba fácil pasar por alto que se trataba tan sólo de Un hombre
Una multitud de actores y operarios se había congregado en el exterior del despacho, y a medida que iban apretujándose para echar un vistazo al enfermo, sus caras reflejaban todo tipo de emociones, desde curiosidad hasta alarma.
—Quizá debieran mantenerse a distancia —dijo Vanessa—. Sería catastrófico que enfermara más gente.
El grupo siguió la sugerencia de inmediato, y se retiró a una respetable distancia.
—¿Qué vamos a hacer ahora? —preguntó el utilero sin dirigirse a nadie en particular—. Con Ashley fuera y el señor Efron enfermo ¿quién va a dirigirlo todo?.—
—Se lo preguntaré al señor Efron —intervino Vanessa, y se escabulló dentro del despacho.
El chofer había levantado a Efron con cuidado. El rostro del actor, desaparecido todo rastro de sangre, aparecía ahora lívido. Antes de posarla en Vanessa, su mirada recorrió a toda velocidad el cuarto.
—Señor —murmuró—, ¿le digo a la compañía que, en su ausencia, quiere que sea el señor Bennett quien dirija el teatro?
Bennett era el ayudante del director escénico y, por lo general, se encargaba de dirigir los ensayos y mediar en las discusiones cuando Ashley y Efron estaban ocupados. 
Zac la miró fijamente, con los ojos vidriosos por la fiebre, y cuando la joven se preguntaba ya si habría entendido la pregunta del todo, asintió con un leve movimiento de cabeza. Vanessa regresó junto al grupo que esperaba fuera del despacho y repitió las instrucciones. Efron apareció agarrado del hombro del chofer; toda su atención se concentraba en el acto de caminar. Que fuera capaz de hacerlo en semejante estado daba testimonio de su resistencia física. Mientras despejaba el camino hacia la entrada trasera del teatro, Vanessa iba oyendo la respiración agitada y el paso incierto de Zac, y supo que no podría resistir mucho más tiempo. El chofer empezaba a dar muestras evidentes de cansancio, ya que el peso que tenía que soportar era cada vez mayor.
—Casi hemos llegado —dijo Vanessa, confiando desesperadamente en que Zac no se derrumbara……
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 Oigan chicas aben algo anda mal con blogger,eso o es mi computadora,no se que pasa que no puedo comentar en las noves,por si no he comentado en las que normalmente comento,si lo se es raro pero ya que,soh por dios ayer fui al concierto de miley cyrus en mexico,Dios!!fue el show mas genial al que he asistido,y estaba en primera fila!!!tal vez luego les ponga una foto,jaja,bueno como ya tengo todo arreglado sobre como pasaran las cosas,ahora que ya se va a acabar el año y casi no nos dejan tarea tal vez pueda publicar diario,les gustaria la idea?Bueno,me despido,bye bye se cuidan

viernes, 13 de mayo de 2011

CAPITULO 35: Because You Are Mine




—Ya es suficiente —parecía haber dicho el hombre—. Te dije que permanecieras alejada de este maldito teatro……
—Hay mucho que hacer —le contestó Ash—. Querido, será sólo un día más; quizá, dos. No me puedo marchar dejando tantas cosas inacabadas...
—Tu salud me importa más que cualquier persona o cosa de todo este lugar.
—Te lo prometo, estaré bien.
—Ven a casa, Ash.
—Primero tengo que empaquetar algunas cosas.
—Enviaré a alguien más tarde para que recoja todo lo que quieras.
—No estás siendo razonable...
Se produjo un prolongado silencio, al que siguió un ruido sordo que Vanessa no fue capaz de descifrar con precisión. Luego, el hombre habló en voz baja.
—¿Todavía quieres discutir conmigo, Ash?
—No.
Vanessa nunca había apreciado tanta docilidad en el tono de voz de Ashley, por lo común tan firme y autoritario. Con sumo cuidado, miró por la rendija y vio a Ashley de pie, en medio del despacho, mientras un hombre de pelo negro la besaba apasionadamente. Jared Murillo, pensó Vanessa, lo cual despertó su interés de inmediato. El hombre alzó la cabeza, revelando una cara delgada, bella y exótica que miraba a su esposa con amorosa exasperación. Sintiendo sin duda que no estaban solos, él miró en dirección a Vanessa con unos ojos grises y despiertos. Ruborizada, Vanessa se adelantó de inmediato.
—Perdónenme, no quería interrumpir...
—No pasa nada, Nessa —contestó Ash con las mejillas sonrosadas, mientras se zafaba del abrazó de su marido.
—Es un placer —murmuró el duque con un brillo amistoso en los ojos—. Señorita Montez, le agradecería que intentara ayudar a Ashley a reunir todos los libros y documentos necesarios, porque se marcha de inmediato.
—Si, señor.— Ash puso los ojos en blanco y suspiró.
—Al parecer no tengo elección. Nessa, hazme el favor de decirle al señor Efron que necesito hablar con él ahora mismo. Llevo toda la mañana en el despacho intentando recomponer el programa para adecuarlo a las ausencias de la compañía.—
Aunque le horrorizaba tener que enfrentarse a Efron, Vanessa asintió con resolución. Al llegar a la puerta del señor Efron, Vanessa dudó. Antes de llamar escuchó en busca de señales de actividad en el interior: reinaba un discordante silencio. Con la esperanza de no encontrarlo allí, golpeó suavemente con los nudillos. Desde dentro le llegó un amenazante murmullo.
—Estoy trabajando.
Vanessa se retorció las manos y se quedó mirando la puerta con detenimiento. Tras hacer acopio de valor, se decidió a hablar con voz tranquila y controlada:
—Señor Efron, Ashley desea hablar con usted.— Zac tardó en responder un instante.
—¡Tú! —dijo en tono nada amistoso.
—Creo que Ashley desea decirle que se va, señor. Su esposo ha venido a llevársela a casa.—Por toda contestación, Vanessa recibió otra dosis de silencio—. No es prudente que, en su estado, permanezca en el Capital. Estoy segura de que usted estará de acuerdo en ello, con toda la gente que ha sucumbido a la fiebre....
—¡Que tenga buen viaje! Ahora, aléjate de la puerta.
Vanessa obedeció con sumo gusto, pero después de haber dado los primeros pasos, se detuvo. Había algo extraño en la voz del actor, un tono que la había impresionado. Parecía cansado. «No es extraño», pensó. A pesar de la orden de alejarse y de su propio dolor y vergüenza, se sintió obligada a volver a la puerta.
—¿Zachary?.....
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Perdón por el cap cortito!! Jaja pero! Que le pasara a nuestro Zachy? Oooo.. espero que no lo sepan ¡! Muahahaha a ver quien adivina!!! Por cierto las que me quieran agregar a facebook me llamo kary anissa cruz
Besos!! Baii baii

miércoles, 27 de abril de 2011

CAPITULO 34: Because You Are Mine


Jajajaja pobres,andan todas sudadas,y mi nessi con cara de "uff uff y recontra uff,estoy agotadisima" jajaja pero simpre hermosa,jajajaja,bueno como escuche una cancion que me gusto mucho pues ahora les subo capitulo,jaja bueno por eso y por que ya casi regreso a la escuela,que mal,pero no importa,ja!mejor ya dejo de cacarear y quiu!



—Muy bien —dijo, deteniéndose en el umbral—. Dejaré el Capital cuando usted quiera. No es necesario que se moleste en buscarme otra colocación, soy perfectamente capaz de encontrar algo por mí misma. —Y salió sin darle tiempo a contestar……
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Zac se dirigió con lentitud hacia la puerta y, con las manos colocadas en los paneles superiores, apoyó la frente sobre la fría madera y emitió un sordo gemido.
«Una noche con usted...» Habría dado toda su fortuna por ello. Jamás había conocido nada tan exquisito como la sensación de tenerla entre los brazos, ni como la intrépida vulnerabilidad que lo había acogido y atraído hasta llevarlo al borde del desmoronamiento. Pero no podía consentirlo, no podía dejar que nadie arrancara de cuajo lo que le quedaba de corazón. Nessa se marcharía pronto. Confió en que tal pensamiento lo aliviara, pero no fue así.
Abrió la puerta de golpe y se dirigió a su despacho haciendo caso omiso de las curiosas miradas que, a su paso, le lanzaba el personal del teatro. Se encerró en el pequeño cuarto y revolvió en el escritorio hasta dar con una botella del mejor whisky escocés. Se sentó, dio un trago directamente de la botella, y dejó que el gusto sutil a humo y turba se mantuviera en su lengua. Otro trago, y la garganta se vio inundada por una agradable sensación de bienestar... Que, no obstante, fue incapaz de derretir el bloque de hielo que anidaba en su pecho. Zac bebió con calma, los pies en el borde del escritorio, en aquel momento de su vida, se había imaginado invulnerable. En realidad, no dejaba de tener su gracia que una mujer tan menuda pudiera sembrar semejante confusión en su interior.
Quizá se debiera a que Nessa suponía un caso único en su experiencia. Sin duda, estaba muy lejos de aquellas mujeres de la alta sociedad que no perdían oportunidad de mostrarle que eran superiores, incluso cuando le pasaban discretas notas citándole para románticos encuentros.
Y luego estaban aquellas criaturas que detestaba por encima de todo... Las hijas de la alta sociedad, cuyo único objetivo en la vida era casarse y traer al mundo más miembros de su especie. No era suficientemente bueno para ellas, carecía de familia o título y el dinero en sí no era suficiente.
Si hubiera deseado a una de aquellas privilegiadas jovencitas, la familia le habría aclarado que albergaban planes más atractivos para su hija. La mera visión de una de aquellas vírgenes custodiadas vestidas de blanco en un baile bastaba para recordarle que, con independencia de cuan grandes hubieran sido sus logros, siempre habría cosas que no podría tener. Jamás sería aceptado del todo. Fuera del teatro, no pertenecía a ningún lugar.
Vanessa Montez parecía igualmente fuera de lugar. Era demasiado afectuosa y natural para ser una dama de la alta sociedad, y demasiado idealista para ser una cortesana. Sin duda estaba destinada a ser la esposa de alguien, pero Zac no podía imaginarse a un hombre digno de ella. Nessa necesitaba a alguien que la cuidara sin aplastar su espíritu, que pudiera amarla con la misma intensidad con que sería correspondido.
Y Zac se veía incapaz de todo eso. No estaba preparado para una relación así, habiendo aprendido, desde muy joven, a despreciar las palabras «hogar» y «familia». Si había podido sobrevivir, había sido gracias a ser tan insensible como el hombre que lo había engendrado.
Años de palizas y abusos le enseñaron a ser un consumado mentiroso. Su padre, David Efron, siempre se entregaba a la violencia sumido en furiosas borracheras...
Luego estaba su madre, tan dulce y buena como parecía, nunca impedía que a su hijo le pegaran de todas la maneras posibles. Zac se preguntó por qué su madre no le había consolado ni aliviado de las heridas con sus besos maternales. Concluyó que la desesperada determinación de la mujer de mantener la paz del hogar la había privado del tiempo necesario para prestarle alguna atención. Hacía mucho tiempo que había dejado de desear la ternura de una mujer... y no necesitaba ni consuelo ni cuidados. Las mujeres existían para disfrutar y luego quitárselas de encima, pero nunca para confiar en ellas, nunca para necesitarlas.
Al dia siguiente la morena sentía el dolor del rechazo estaba demasiado fresco, pero sin embargo, Se vistió y se peinó, y consiguió salir antes de que la señora Florence se levantara y tomó un taxi hasta el teatro. La compañía parecía inusitadamente deslucida. En las salas de ensayo y los talleres reinaba un silencio mayor que el habitual. Tras enterarse de que el ensayo de la mañana se había suspendido, se dirigió a la sastrería, donde la señora Lyttleton la reclutó sin pérdida de tiempo.
—Parece que media compañía está enferma —dijo sin resuello la robusta mujer, extrayendo destellos de la aguja mientras hilvanaba una costura—. Media docena ha enviado recado de que no vendrá, pero mi trabajo tiene que seguir adelante como de costumbre, y prácticamente no tengo ayuda.
Vanessa trabajó en la sastrería la mayor parte de la mañana, agradecida por el temporal aplazamiento del momento en el que tendría que encontrarse conEfron. Sólo cuando la señora Lyttleton la envió a recoger los bocetos de unos vestidos al despacho de Ashley, Vanessa se aventuró a regañadientes por el edificio principal del teatro. Ya cerca del despacho, oyó una voz masculina desconocida, que se mezclaba con el timbre claro y ligero de Ashley. Vanessa se detuvo justo en la puerta, reacia a irrumpir en la estancia.
—Ya es suficiente —parecía haber dicho el hombre—. Te dije que permanecieras alejada de este maldito teatro……
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Ohhhhh!quien sera el hombre misterioso....jaja y ni se imaginan lo que viene muahahahaha!!

miércoles, 13 de abril de 2011

Lo siento pero dejo la novela,no hay vuelta atras!

Chicas lo siento mucho,pero no podre seguir con la novela ya
T_______________T
los motivos,la escuela,los cursos de actuacion,canto,baile,danza arabe....
no es cierto XD!jajajajajaja
Jamas dejaria esta novela,pero la que si dejo es la de When I Look At You,para quienes la leian lamento decirlo pero ya no seguire con esa nove,motivos,falta de inspiracion y solo fue una novela que escribi porque se me metio la locura de hacer asi que realmente nunca fue por interes,lo siento,o tal vez no,ja!pero eso si tal vez publique luego otra nove,pero ya se vera,bueno solo era para decir eso
ahhh! y se me olvidaba,pasen por esta nove:
http://underneeath-the-surface.blogspot.com
no es mia,es de una niña o chava jaja!esta buena pasense

to be continue.....

hay esa jalada!jajaja!
ahora si baii baii

domingo, 10 de abril de 2011

CAPITULO 33: Because You Are Mine

Hola!jaja ya ando por aca otra vez pues ya saben no? la inspiracion la inspiracion,bueno en realidad estoy feliz porque acabo de regresar de ver Sucker Punch:Mundo Surreal y la verdad verdadera de las verdades es que me encanto,aunque al principio erea mucha musica pero esta genial!!wiiiii,este capitulo va dedicado para ustedes porque,pues por el puro antojo jajaja bueno dejo de andar de chahcalaca y quiu!

Ella respondió a su petición abriendo más la boca, introduciéndolo más, mientras sus lenguas se saboreaban, acariciaban, fusionaban y retiraban, para volver a comenzar…….
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Las manos de Zac descendieron por la espalda de la chica, y a punto estuvieron de rasgar la tela del vestido. Vanessa no pudo evitar que su deseo creciera, que se amoldara al de él, y separó las piernas ante la inexorable intromisión del muslo del actor. Lo rodeó con sus brazos y cerró las manos sobre los tensos músculos de la espalda. Es lo que había querido, con lo que había soñado, e incluso resultaba más dulce de lo que había imaginado. La boca generosa y erótica de Zac, la presión que ejercía su cuerpo, le inundaron con una deliciosa y vertiginosa debilidad.
Zac separó los labios y jadeó con violencia en el oído de la chica. Agarrándola del pelo, le empujó la cabeza a un lado y apretó los labios contra su cuello. Encontró un punto sensible en un lado de la nuca, lo besó y mordió con suavidad hasta que Vanessa gimoteó de placer. Ella sintió un desesperado vacío interior; deseaba algo... algo...
El actor tiró de las mangas de su vestido, tensando la tela hasta que saltaron las costuras y su pecho desnudo quedó al descubierto. A Vanessa se le cortó la respiración cuando Zac ahuecó las manos sobre el suave volumen de los senos, rozando los pezones con los dedos, tirando con suavidad hasta que se tensaron con dolor. El cuerpo de la muchacha temblaba sin control y se apoyó contra él.
—Cariño —le susurró Zac, sujetándola con firmeza—. Cariño, no temas.
La reclinó en sus brazos, Vanessa sintió los labios del actor deslizarse por su pecho, cerrarse sobre el excitado pezón y, con movimientos circulares de lengua, endurecerlo aún más, demostrando de que sabía muy bien cómo complacerla. De improviso, el señor Efron retiró la boca del pecho y soltó a la chica. Atónita por la brusca liberación, Vanessa se le quedó mirando en asombrado silencio. Alzó las manos para cubrir su desnudez y se apartó de él, poniéndose el vestido con torpeza. La violencia con que le temblaban los dedos hacía imposible la tarea. Luchó con la ropa hasta que, una vez más, sintió sobre ella las manos de Zac que, con suavidad, colocaban las mangas y el corpino en su sitio.
En cuanto la hubo tapado debidamente, se retiró al otro extremo de la pequeña habitación, se atusó el pelo y dejó escapar un explosivo suspiro. No habló hasta pasado un buen rato, manteniendo la mirada lejos de Nessa.
—Ness, no era mi intención... acercarme a ti de esta manera. Es sólo que yo... —Se detuvo con una sombría sonrisa—. Parece que no me puedo contener.—Vanessa entrelazó las manos.
--Zac. – contestó con dificultad—. No lamento que me haya besado.
Al oír estas palabras, se volvió; sus ojos parecían de fuego azul. Se acercó hasta ella en tres zancadas y atrapó su cara entre las manos.
—Ness—susurró. Le acercó los labios a la curva de la mejilla y, con suavidad, le retiró el pelo de la cara, enredando los dedos en los rizos de seda—. Ojalá no te deseara con tanta desesperación.—El corazón de la chica dio un brinco de placer al oír aquello.
—Zac..—
—Escúchame, Ness—La soltó y retrocedió—. No voy a hacer el amor contigo, no importa lo mucho que te desee. Luego me odiarías y, muy probablemente, me odiaría a mí mismo.
—Jamás podría odiarte.—Zac sonrió con ironía.
—¿No? ¿Ni siquiera después de que te hubiera robado la inocencia? Cualquier relación conmigo te cambiaría, y no para mejor.
—Estoy deseando asumir ese riesgo.
—No lo entiendes. —Su boca se torció en una mueca de amargura—. Utilizo a las mujeres para obtener placer físico, nada más. Una vez que he descubierto todo lo que una amante puede ofrecerme, no pasa mucho tiempo antes de que empiece a aburrirme y me busque otra. No durarías mucho en mi dormitorio.
—¿No se ha enamorado nunca? —preguntó Vanessa, mirándole fijamente.
—Una vez. Y no funcionó.—
—¿Porqué?.—
—No es necesario que conozcas mi pasado, al igual que yo no necesito saber nada del tuyo.
Vanessa no discutió, consciente de que quizá tuviera razón. Cuanto más supiera de él, más difícil resultaría dejarlo llegado el momento. Como tantas otras mujeres, se había dejado atrapar por la poderosa combinación de masculinidad y misterio de Zac. Por su propia seguridad, tenía que mantener su corazón a salvo. De improviso, el sabio consejo de la señora Florence acudió a su memoria: «Hagas lo que hagas, no actúes como una
loca enamorada. Limítate a dejar claro que estás disponible y dispuesta... que estás ofreciendo placer sin ninguna responsabilidad.»
—Señor Efron —dijo en voz baja—, si le atraigo, no veo por qué no deberíamos actuar en consecuencia. Todo cuanto deseo es pasar una noche con usted.— La expresión de Zac no cambió, pero Nessa captó su sorpresa.
—¿Por qué? —preguntó el actor con voz queda—. ¿Por qué una chica como tú... se rebajaría a semejante cosa? —Como esperaba una contestación, deslizó los dedos bajo su barbilla y la obligó a levantar la cara. En los ojos de Zac brillaba un destello titilante, una nueva actitud defensiva que la intranquilizó. En un esfuerzo por ocultar sus pensamientos, dejó caer los párpados.
—Creo que me gustaría —afirmó Vanessa—. ¿No es razón suficiente?.—Se produjo un breve y desconcertante silencio.
—Mírame —murmuró el actor. Ella obedeció con lentitud. Zac buscó su mirada y sacudió la cabeza como si no estuviera dispuesto a aclarar un enigma tan poco divertido—. Nessa, eres una mala actriz. Me gustaría saber qué es lo que escondes, pero tengo otros problemas más importantes, en especial el que una cuarta parte de la compañía esté enferma. En cuanto el Capital recupere la normalidad, quiero que abandones el teatro. Te conseguiré otro empleo, uno mejor.
—Quiero quedarme.
—Créeme, es lo mejor para ambos —replicó Zac, aparentemente inconmovible.
Vanessa tragó saliva mientras la invadía una rabiosa oleada de decepción.
¿Y ahora qué? Se había ofrecido y no era aceptada. El sonido de la negativa de Zac repiqueteó en sus oídos hasta que la vergüenza y el enfado empezaron a consumirla. Sus manos se aferraron al vestido, arrugando el ligero y vaporoso tejido.
Qué tonta había sido! Había desperdiciado tanto tiempo fantaseando con él, con cosas que jamás ocurrirían. Ahora lo único que tenía era la conciencia de saber que su familia no tardaría en descubrir que se había ausentado del colegió.
Durante una fracción de segundo consideró la posibilidad de explicarle la situación a Zachary . No, no conseguiría despertar su compasión. «Cásate con Black y considérate rica», casi podía oírle decir con cinismo. A decir verdad, apenas estaba en condiciones de hacer otra cosa. Apretó los puños y se dirigió hacia la puerta con paso firme. No desperdiciaría el resto de sus días convirtiéndose en una propiedad de lord Black.
—Muy bien —dijo, deteniéndose en el umbral—. Dejaré el Capital cuando usted quiera. No es necesario que se moleste en buscarme otra colocación, soy perfectamente capaz de encontrar algo por mí misma. —Y salió sin darle tiempo a contestar……
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Espero que les aya gustado baii baii 

domingo, 3 de abril de 2011

CAPITULO 32:Because You Are Mine

Hahahaha,estaba bagando en la web y me encontre esta curiosa foto,se ve tan gracioso,haha bueno ya que termino lo de la obra y toda esa locura tengo dos semanas de vacasiones o bueno regreso este viernes pero es como si fueran dos,haha bueno como diria mi maestro de teatro quiu!...

Fuera como fuese, Vanessa se había introducido en su vida y le había obligado a fijarse en ella; y ya no había vuelta atrás posible. ….

Ahora que había rechazado la idea de llevársela a la cama, se había convertido en el más preciado objeto de deseo. A cualquier otra mujer en la que pensara parecía faltarle algo, y el darse cuenta de que, de manera inconsciente, buscaba que se parecieran a ella, le hacía enloquecer. No dejaba de pensar en qué pasa-ría si se perdiera dentro de la energía juvenil de la chica. Le había despertado el deseo de jugar, de experimentar algo de la niñez que no tuvo... Y eso era algo que ninguna otra amante había conseguido provocar en él. Se sentía peligroso e irritado, dispuesto a hacer añicos el escenario. Al oír el pie, cogió una botella que le daba el utilero y, sujetándola con soltura entre los dedos, entró en escena. Los otros actores habían hecho mutis, y sobre las tablas no había nadie a excepción de él y Vanessa.
En tanto, el viudo afligido, se suponía que estaba borracho. No era fácil interpretar bien la embriaguez, la mayoría de los actores tendían a sobreactuar o, aun peor, a no poner el énfasis suficiente. En un esfuerzo de concentración, Zac consiguió reproducir el hablar dificultoso, los ademanes expansivos y el caminar inestable del hombre que lleva bebiendo durante mucho tiempo. Se sentó en una gran silla de roble, ante un decorado que simulaba una biblioteca. Después de liberar su mente de todo lo demás, empezó un largo monólogo que mostraba la amarga ironía y la contenida desesperación del personaje.
En algún momento, mediado el monólogo, Zac sintió, más que ver, que Vanessa se le acercaba por detrás y posaba las pequeñas manos en el respaldo de la silla. De acuerdo con la obra, durante las pausas del actor, ella, inclinada sobre él, le hablaba con una dulce voz que descendía hasta sus oídos. Zac no se movió, febrilmente consciente del cuerpo de Nessa justo detrás de él, de su olor, de la respiración de la chica rozando su piel. Empezó a sudar. Uno de los largos rizos negros de Vanessa le cayó sobre el hombro y le hizo cosquillas en el cuello, provocándole una dolorosa presión en la entrepierna. Petrificado, todo su ser se consumía en deseo y lujuria. Zac no pudo aguantar más y, al igual que Lucas , se vino abajo a mitad de frase... Sólo que a él no le hizo reír.
El teatro se quedó en silencio. Zac intentó recobrar la serenidad, consciente de que todos, actores y personal, le contemplaban. Quizá pensaran que había olvidado lo que tenía que decir aunque tal cosa no hubiera ocurrido jamás, y pidió a Dios que nadie sospechara la verdad... Que estaba desatado por completo debido a una ingenua chiquilla. Apretó los dientes y tomó aire profunda y regularmente varias veces.
—Señor Efron. —Le llegó la voz dubitativa de Vanessa tras él—. Si quiere, le digo la frase...
—Me sé la puta frase —dijo, tensando la espalda. ¡Dios le asistiera! Tenía miedo de lo que podía llegar a hacer si la miraba una vez más.—
—¿Algún problema Efron? —le preguntó Ash desde los asientos del público.
Zac le respondió con una mirada asesina, y sintió el vivo deseo de estrangular a su codirectora por ponerlo en semejante aprieto. Ash, completamente desconcertada, se le quedó mirando con las cejas arqueadas. El inquieto desasosiego de Zac la hizo reflexionar, mientras su mirada saltaba del actor a Vanessa, que permanecía justo detrás de él. Entonces, pareció entenderlo. Eran amigos desde hacía mucho tiempo y le conocía muy bien.
—¿Qué tal si descansamos unos minutos? —preguntó
—No —musitó Zac—. Acabaremos la maldita escena.
Se dio un golpe en la frente y reanudó el monólogo, empezando más o menos por la mitad del mismo. Vanessa siguió adelante, aunque con un deje de incertidumbre en la voz. Sin preocuparse de la técnica, la caracterización o cualquier otro matiz interpretativo, Zac se las arregló para terminar la escena. Ash dejó que transcurriera la actuación sin hacer comentario alguno, en tanto que las cavilaciones le arrugaban el entrecejo.
En cuanto terminó la escena, Ash anunció un descanso de veinte minutos. La compañía se dispersó de inmediato, dirigiéndose a la sala de descanso en busca de un refrigerio o a los camerinos. Zac permaneció en la silla del escenario, dando la espalda a Vanessa, hasta que sintió que se había ido. Con tranquilidad, Ash se dirigió hasta el borde del escenario frotándose la espalda.
—Zac —dijo en voz baja—, no quisiera entrometerme...
—Entonces no lo hagas. —Recorrió el escenario hasta plantarse a pocos centímetros de ella y la miró. Antes de continuar, Ash se aseguró de que no hubiera nadie lo bastante cerca como para escuchar; eligió las palabras con evidente cuidado.
—Sospechaba que tú y Nessa os sentíais atraídos, pero no es el tipo de chica que te ha interesado hasta ahora ni con toda seguridad, con el que has soñado alguna vez.
—¿Qué estás tratando de decir? .— Ash pareció sorprendida por su brusquedad.

—Da la casualidad de que me gusta Nessa, y espero que no te aproveches de ella. Ambos sabemos que jamás se recuperaría de una aventura contigo. No está lo bastante endurecida.— Zac sintió que su cara adquiría una consistencia pétrea.
—Lo que haga o deje de hacer con ella es asunto mío.
—El bienestar de Vanessa también me concierne. Al parecer me veo obligada a recordarte tu inexcusable norma de no implicarte emocionalmente con ningún miembro de la compañía.
—Es tu empleada, no la mía. No la contraté yo y, por tanto, soy libre de hacer lo que me dé la real gana con ella.
—Zac —le recriminó contrariada, observando cómo se alejaba.—
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Vanessa deambulaba por la sala de descanso, respondiendo con una lánguida sonrisa a los elogios que, por sus esfuerzos, le dirigían los demás actores.
—¿Qué le pasa al señor Efron? —oyó decir a alguien de pasada—. De un tiempo a esta parte se comporta de una manera extraña.
—¿Quién sabe? —se oyó responder—. Sólo espero que no sea la maldita fiebre que corre por ahí. Lo único que le falta a la compañía es que el señor Efron la esté incubando.
Vanessa, camino de los cuartos de ensayo, no captó el resto de la conversación. Necesitaba encontrar un sitio donde pensar. ¿Qué había ocurrido en el escenario? Había creído que todo iba bien, incluso había sentido una especie de conexión con el señor Efron, pero la actuación de éste se había vuelto acartonada, extrañamente mecánica, como si apenas pudiera soportar su presencia. Estaba a punto de echarse a llorar... y quería esconderse en alguna parte.

Oyó unos pasos rápidos a su espalda. Alguien la agarró con fuerza del brazo y la hizo entrar en el cuarto de ensayo más próximo. Vanessa dio un pequeño traspié y, en el momento en que la puerta se cerraba, se volvió y miró con los ojos como platos a su captor.
—Señor Efron...
La cara del actor se mantenía en la sombra; Su respiración era fuerte y agitada. Vanessa retrocedió, pero él la aferró con extraordinaria brusquedad, cerrando las manos alrededor de la cabeza de la chica. Dio la impresión de intentar decir algo. Entonces, con un sordo gemido de impotencia, la besó. La boca, increíblemente caliente, casi torpe en su urgencia, la exploró insatisfecha, como intentando saciar un hambre infinita. Vanessa, sorprendida y temblorosa, respondió a la agresión con una entrega que sólo contribuyó a aumentar la excitación.
Le abrió los labios e introdujo la lengua apoderándose de la de ella, acariciándosela de de una manera que le provocaba estremecimientos por toda la columna. Ella respondió a su petición abriendo más la boca, introduciéndolo más, mientras sus lenguas se saboreaban, acariciaban, fusionaban y retiraban, para volver a comenzar…….



Espero que les aya gustado el capitulo ay ese efron porque no admites de una vez por todas que te gusta la morena? hahaha bueno me voy a ver HSM2 amo esa pelicula me trae tantos recuerdos...bueno bye

sábado, 12 de marzo de 2011

CAPITULO 31: Because You Are Mine

Hola!si ya se me tarde,pero la escuela y aparte estoy en otra academia de expresion artistica y estamos montando la obra de hairspray!!donde salio zac wiii! y ultimamente son ensayos y ensayos y tengo que estar concentrada al 100% pero bueno,ya casi la presentamos y me hice un timpesito para publicarles y bienvenidas a las nuevas lectoras!! y bueno dejo de cacarear y dejo el cap...

—Caballeros, ya es suficiente……

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Vanessa miró hacia el lugar del que provenía la voz y descubrió a Efron, de pie en el otro lado de la sala, con unas hojas de notas en la mano. Éste le echó un vistazo a los allí presentes, y no pareció advertir la presencia de Vanessa.
—Empecemos —dijo—. Tengo que hacerles algunos comentarios acerca del ensayo de ayer por la mañana. Después, que todo el mundo ocupe su sitio para la primera escena.
Leyó la lista de comentarios y cambios, mientras los actores escuchaban con atención. Cuando estaba a punto de terminar la breve charla, miró directamente a Vanessa por primera vez.
—Señorita Montez, creo que todos están al corriente de que ha aceptado tomar parte en el ensayo a causa de la indisposición de la señorita Barry y la suplente. Le agradecemos su asistencia.
Vanessa sintió cómo la sangre teñía su rostro y logró contestar con un pequeño movimiento de cabeza. Zac, evidenciando una inexplicable severidad, miró para otro lado de inmediato.
Los actores salieron en fila de la sala de descanso a toda prisa, y Vanessa los siguió. Ella —o, mejor dicho, el personaje del fantasma de la mujer muerta— aparecía en la primera escena. Al pasar junto a Zachary, que se había quedado en el vano de la puerta, se detuvo y alzó la mirada hacia él.
—Señor Efron —dijo en voz baja, procurando que nadie la oyera—, sé que me dijo que me mantuviera alejada de usted, pero Ashley me pidió...
—Lo sé —la interrumpió.
—¿Está enfadado conmigo?
—Su presencia no me afectará en lo más mínimo. —La cara de Zac era una máscara de indiferencia.
—Muy bien —dijo, con una vacilante sonrisa, y reemprendió la marcha hacía el escenario. Una vez lo dejó atrás, Vanessa se preguntó por qué el actor tenía agarrada la puerta con tanta fuerza; los dedos se le habían puesto blancos. Presa de la inquietud, pensó que el señor Efron no le había dicho la verdad: estaba furioso con ella. Se dirigió hacia los bastidores con un profundo suspiro, subiéndose a tirones el caído corpino del traje.
¿Por qué había elegido a un hombre tan difícil de seducir? También podía conformarse con Lucas Grabeel y acabar así con el asunto. Pero Grabeel no le inspiraba ninguno de los sentimientos que le producía Efron: el atolondrado nerviosismo, el temor y el placer que se enredaban en su interior siempre que él estaba cerca. Anhelaba estar entre sus brazos y no en los de ningún otro... Conocer el prohibido placer de estar con él...
—Nessa. —La voz de la Ashley Tisdale le llegó cuando se adentraba entre bastidores. Vanessa salió de detrás de las cortinas.
—¿Sí?
Ash estaba sentada en la primera fila de butacas y, cuando vio a Vanessa, su rostro se iluminó con una sonrisa.
—Estás preciosa con ese vestido, Ness. Antes de empezar, quiero asegurarte que nadie espera que lo hagas todo perfecto. Limítate a estar todo lo atenta que puedas y disfruta.
Vanessa escuchó las indicaciones de Ash. Iban a ensayar el inicio de la obra, en el que el fantasma de la joven mujer visitaba a los que había amado en vida: su «hermano», interpretado por Lucas ; sus «padres», la señora Anderson y el señor Burgess... Y, por supuesto, su «marido», encarnado por el señor Efron.
—Se supone que ninguno te ve o te oye —le dijo Ash—, pero todos tienen la certeza de que alguien... o algo... está ahí.
—Entiendo —asintió Vanessa, retirándose a los bastidores desde donde Arlyss tenía que hacer su primera entrada.
El ensayo transcurrió sin apenas interrupciones ni complicaciones. Al cabo de un rato, Vanessa había perdido la vergüenza e imitaba las actuaciones precedentes de Arlyss Barry con la mayor fidelidad posible, incluso copiándole alguno de sus gestos e inflexiones de voz.
—Muy bien, Nessa —decía a veces Ash, cuando Vanessa entraba y salía del escenario y hablaba a sus sordos acompañantes mientras descubría qué había sido de ellos desde su muerte.
Tan sólo se produjo una interrupción llamativa, fue cuando Lucas Grabeel miró por casualidad a Vanessa y se detuvo en mitad de la frase. De repente, rompió a reír de manera incontrolada. Vanessa se le quedó mirando desconcertada, mientras Ash le preguntaba resueltamente qué es lo que sucedía.
Grabeel meneó la cabeza, aparentemente arrepentido, a pesar de seguir bufando regocijado
—No puedo evitarlo—dijo, jadeante—. La señorita Montez me mira como si se creyera todo lo que digo, y parece tan sería... Es algo adorable.
Ash le lanzó una mirada de reprobación.
—Se supone que no la ves, Lucas . Es un fantasma.
—No puedo evitarlo —repitió, sonriendo con picardía hacia Ash—. Si usted fuera un hombre, lo entendería.
—Ah, comprendo —respondió Ash con aspereza—. Lucas , nos haría a todos un favor si consiguiera comportarse como un hermano y no como un semental.
—¿Semental? —preguntó perpleja Vanessa, que jamás había oído semejante palabra en el internado de la señorita Allbright. Por alguna razón, la pregunta provocó otro ataque de hilaridad en Lucas . La joven miró ha¬cia bastidores, donde el señor Efron esperaba para hacer su entrada. Allí, de pie entre las cortinas de terciopelo, vestido con elegancia, la postura entre relajada y alerta, ofrecía una magnífica figura.
La señora Florence tenía razón: el escenario era el lugar adecuado para acercarse a él.
Zac contemplaba el ensayo desde su rincón, sintiendo cómo el resentimiento se desataba en su pecho. Maldijo a Ash por haberle propuesto que Vanessa ocupara el lugar de Arlyss... Malditas, también, Arlyss y la suplente por enfermar...
Maldito él, por la fascinación que sentía por Vanessa, algo que le llevaba a recordar a duras penas lo que tenía que decir. ¿Quién podía culpar a Lucas Grabeel de su falta de concentración? Zac dudaba de que le fuera a ir mejor, con Vanessa vistiendo aquel ligerísimo traje... Sentía el deseo de postrarse de rodillas ante ella y enterrar la cara entre sus senos. Desprendía tanta juventud y lozanía, su piel era tan blanca y sedosa... La simple belleza no justificaba una atracción tan tremenda; sentía el perturbador deseo de ocultarla, de alejarla de las otras miradas de admiración... Guardársela toda para él.
Fuera como fuese, Vanessa se había introducido en su vida y le había obligado a fijarse en ella; y ya no había vuelta atrás posible. ….
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sábado, 26 de febrero de 2011

CAPITULO 30: Because You Are Mine

Mi negra te veias hermosa en la premier de beastly,y de alex ni hablar XD!,me muero por ver la pelicula,ya falta poquito!! bueno le sigo con la novela...



Su decisión de acostarse con aquel hombre era ahora más fuerte que nunca, y si había alguna posibilidad humana de distraer el interés que sentía por la mujer casada y dirigirlo sobre ella, estaba dispuesta a aprovecharla…..
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En los días siguientes, cuatro empleados del Capital, dos actores y dos carpinteros, fueron víctimas de una enfermedad. Los síntomas eran fiebre alta, tos y congestión y, en uno de los casos, delirios que duraron dos días. Ashley envió a varios sirvientes para interesarse por el bienestar de los empleados.
—La enfermedad tiende a propagarse por toda la compañía antes de desaparecer —comentó Ash a Vanessa con el ceño fruncido—. Sería mucho esperar que no enfermara nadie más.
—Amiga —dijo Vanessa, bajando la mirada hacia Ashley—, debería tener cuidado...
—Sí, por supuesto —asintió Ash, y suspiró con impaciencia—. Pero no puedo quedarme en casa cuando hay tanto que hacer aquí.
—Su salud es más importante que cualquier obra.— Ashley soltó un bufido.
—No hables de esto delante de Efron, no cree en las enfermedades. Desde que lo conozco, siempre ha dicho que nada, ni siquiera la mas minima gripe, debería interferir en la programación del teatro.—
—Pero la gente no puede evitar ponerse enferma —protestó Vanessa, y se preguntó si el señor Efron era en verdad tan irracional. Ash puso los ojos en blanco.
—Zac es poco tolerante con la fragilidad humana. ¿Cómo podría comprender la debilidad si él no tiene ninguna? —Apoyando las manos en el borde de la mesa, se puso en pie y torció la boca en una rápida mueca—. Tendré que ponerlo al corriente. Supongo que empezará a rugir como un oso.
Pese a la afirmación de Ashley, del despacho del señor Efron no salió ningún rugido audible... Pero durante el resto del día pareció flotar en el ambiente una sorda corriente de irritación, y los miembros de la compañía se mostraron inusitadamente apagados. Vanessa pidió permiso para salir antes que Ashley, y ésta se lo concedió sin vacilación, ya que realmente necesitaba comprarse ropa…
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Cuando Vanessa volvió al Capital a la mañana siguiente, descubrió que Arlyss Barry había sucumbido a la enfermedad que había afectado a tantos otros miembros de la compañía. Su marido, que también era el jefe de los pintores del escenario, se había quedado en casa para cuidarla. La preocupación de Ashley era evidente.
—Se necesita mucho para alejar a Arlyss del teatro —le dijo a Vanessa—. Quiero ir a visitarla, pero Jared me lo ha prohibido. La verdad es que me ha amenazado con retenerme en casa durante las próximas semanas, hasta que la enfermedad haya remitido en la compañía.
—Parece una prudente sugerencia —afirmó Vanessa—. Quizá su amiga debiera considerarla.—Ashley suspiró con frustración.
—Hay demasiadas cosas que hacer... Y no tardaré en estar recluida. He de permanecer aquí todo el tiempo que pueda. Ahora, además, Arlyss y su suplente están enfermas. Me pregunto si podrías representar el papel durante los ensayos hasta que una de las dos esté en condiciones de volver al trabajo.
—Ah, Ash, no podría... —Vanessa sacudió la cabeza—. Jamás podría actuar, no tengo talento y no deseo en absoluto...
—No tienes que actuar, tan sólo leer el papel, y te lo sabes mejor que la propia Arlyss... Y moverte por el escenario tal y como la has visto hacerlo. No tienes por qué tener miedo, Nessa, todos entenderían que ocupas el puesto de Arlyss de manera provisional para facilitar los ensayos a la compañía. ¿Te lo pensarás?
—Al señor Efron no le gustará —balbució Vanessa.
—Déjamelo a mí. Por encima de todo, Zac quiere lo mejor para su teatro.—
Vanessa no vio a Zac hasta la mañana siguiente. Para mayor desasosiego, se le comunicó que el ensayo se llevaría a cabo con el vestuario de la obra. Bastante cohibida estaba por ocupar el puesto de Arlyss, por lo que tener que ponerse el traje del personaje —poco más que unos velos verdes y plateados cubriéndole el cuerpo— no hizo sino empeorar las cosas. Como sus medidas no eran las de la señorita Barry, el amplio escote redondeado le resbalaba por el pecho y dejaba a la vista más de lo que hu¬biera deseado.
—¡Qué hermosa estás! —le dijo la señora Lyttleton, apartándose y observando el vestido con orgullo—. Qué pena que la señorita Barry no tenga una figura tan bonita como la tuya. Le aportas al vestido una escencia que ella no puede darle.—
—A mí me parece que la señorita Barry tiene un tipo de cuerpo muy bonito —se apresuró a contestar Vanessa.
—Lo tendría si dejara de comer bizcochos glaseados con el té todas las tardes —aseguró sombría la costurera
Cuando se reunió con los actores en la sala de descanso, Vanessa se dirigió al rincón más próximo tratando de pasar inadvertida. Por desgracia, el atrevido vestido la convertía en el previsible blanco de una avalancha de bromas y bufonadas. Lucas Grabeel fue el primero en advertir su presencia, y la saludó con varios silbidos de admiración.
—¡Dios mío, qué transformación! —gritó, abalanzándose sobre ella y cogiéndola de las manos. La mirada ávida del actor recorrió el cuerpo de Vanessa y terminó deteniéndose un buen rato en el pecho medio descubierto—. Querida señorita Montez, no tenía ni idea de lo que escondía bajo su atuendo habitual. Tengo que admitir que, en los momentos íntimos, me preguntaba...
—Lucas —le interrumpió el señor Burgess, el mayor de los actores, que interpretaba el papel de un padre viudo—. Nadie, y menos aún la señorita Montez, desea oír hablar de tus momentos íntimos.
Vanessa liberó las manos del entusiasta apretón de Lucas .
—Señor Grabeel... —empezó a decir en tono de reproche. Antes de que pudiera continuar, se les unió Corbin Bleu, cuya mirada también quedó atrapada en el busto de la chica.
—Señorita Montez, la acompañaré hasta el escenario. Está oscuro y podría tropezar en el camino...—
Las payasadas se vieron interrumpidas por una tranquila voz procedente del otro extremo de la habitación.
—Caballeros, ya es suficiente……