miércoles, 2 de febrero de 2011

CAPITULO 29: Because You Are Mine

Ahhh!! ya quiero que se estrenen las dos,hehe,aqui el capitulo,tarde pero lo tengo...

—¡Vete! —la interrumpió, haciéndole gestos para que se fuera—. Vine aquí a examinar los decorados móviles y no quiero que me hagas compañía…..

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De no ser por la señora Florence, Vanessa se habría hundido en la melancolía. En su lugar, quedó profundamente desconcertada por la interpretación que la anciana hizo del episodio.
—A eso lo llamo yo progresar —declaró después de haber escuchado los acontecimientos del día—. Casi lo has pescado. No debería transcurrir mucho tiempo antes de que caiga rendido a tus pies.
—Quizá no me haya explicado con la suficiente claridad —protestó Vanessa, mirándola dubitativa—. No sólo no está a mis pies, sino que estos momentos corre todo lo deprisa que puede en dirección opuesta. No quiere saber nada de mí.—
—¿No le escuchaste, Nessa? Te dijo que te alejaras de él porque no puede resistirse a la tentación que le supone tu presencia. No se me ocurre nada más alentador.
—Supongo —musitó Vanessa—. Sólo que pareció tan categórico...—
—Ya me siento bastante reconocida con tener un nuevo proyecto —afirmó la anciana—. Últimamente hay pocos entretenimientos que mantengan mi interés, y ayudarte a conseguir tu objetivo es un pasatiempo divertidísimo. —Se interrumpió y, pensativa, miró a Vanessa—. No es algo que me incumba, chiquilla... pero, ¿te has parado a pensar en lo que ocurrirá después?
—¿Después?
—Después de que logres seducir al señor Efron. Imagino que pasaréis una encantadora temporada juntos... Pero te has de preparar para cuando decida terminar la aventura.
Vanessa movió la cabeza.
—Mi familia me recogerá —contestó—. No estará muy contenta por lo sucedido... Pero estoy preparada para afrontarlo.
—¿Y seducir al señor Efron lo compensa?
—Bueno... Sí —contestó Vanessa con incomodidad. Guardó silencio un instante—. Se suponía que yo era una de esas personas a las que les esperaba una vida muy corriente. No tengo ningún talento especial, ni belleza, ni nada que me distinga de otros cientos de miles de chicas. Pero no puedo pasar toda una vida sin tener, por lo menos, una noche mágica.
—No esperes ninguna «magia» —le aconsejó la señora Florence con una sombra de preocupación en la cara arrugada—. Ése es un encargo muy difícil de satisfacer por parte de los hombres, Nessa, incluso por uno como el señor Efron. Para exponerlo con crudeza: un par de cuerpos en la cama puede ser una experiencia bonita, pero la «magia»... ocurre sólo una vez en la vida. Y eso si ocurre.—
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Vanessa se acercó al camerino del señor Efron acarreando un montón de trajes recién lavados y planchados que acababan de ser entregados por el carro de la lavandería. Por las mañanas, el camerino siempre estaba vacío pero, para su sorpresa, oyó voces en el interior. Como la puerta estaba entornada, sólo tuvo que empujarla suavemente con el codo para abrirla con un chirrido sordo. Turbada, vio al señor Efron, medio incorporado, medio inclinado sobre la mesa de maquillaje, absorto en una conversación con una visita femenina. La mujer era delgada, elegante, rubia y bonita. Vestía un lujoso vestido. A todas luces una mujer sofisticada, fría, segura del lugar que ocupaba en el mundo... Todo lo que Vanessa no era. Aunque le costó Dios y ayuda vencer la consternación y los celos, Vanessa consiguió componer el semblante cuando la pareja la miró.
—Señor Efron —murmuró—, no esperaba encontrarlo aquí a estas horas del día.—
—He venido en busca de intimidad. —El tono era apagado y desdeñoso.
—Sí, señor. —Vanessa, roja como la grana, dejó la pila de ropa en la silla de la esquina—. Volveré más tarde a guardar esto.
—Deje que la chica haga su trabajo —dijo la mujer rubia con delicadeza, sin prestarle a Vanessa más atención que la que hubiera dedicado a una sirvienta—. De todas maneras, he de irme y no deseo interrumpir el funcionamiento de su teatro.
Zac sonrió, se apartó de la mesa y, con un leve movimiento, cogió a la mujer del codo. El gesto fue imperceptible pero, para el creciente desagrado de Vanessa, del mismo parecía inferirse la existencia de una amistad íntima y cercana.
—Cualquier interrupción que provenga de usted, es bienvenida. La mano de la mujer acarició el lino que cubría el antebrazo de Zac.
—Entonces, tendrá ocasión de sufrirlas más a menudo.
—Eso espero. —Ambos sostuvieron la mirada durante unos segundos.—
Vanessa, ocupada con la ropa, la iba metiendo en el armario, colgándola metódicamente. Se sentía traicionada, aunque no tenía ningún derecho. Después de todo, el señor Efron era libre de perseguir a quien quisiera.. «¿Pero por qué no a mí?», pensó mientras le hervían las entrañas.
El señor Efron susurró una pregunta a la mujer, ésta sonrió y sacudió la cabeza al contestar.
—Por discreción, será mejor que no me acompañe.—
La dama atravesó el umbral dejando tras de sí un delicado aroma de flores, que permaneció suspendido en el aire durante un buen rato.
El camerino quedó en silencio. El señor Efron se quedó mirando la puerta con aire pensativo, mientras Vanessa terminaba de colgar los trajes en el armario. Cuando lo hizo, cerró la puerta con tanto ímpetu que el actor se volvió hacia ella arqueando las cejas inquisitivamente.
—Se pone un perfume demasiado fuerte —aseguró Vanessa, al tiempo que agitaba una mano como si intentara disipar un mal olor.
—A mí me parece bastante agradable —replicó el señor Efron, que la siguió atentamente con la mirada mientras se movía por el cuarto, ordenando los tarros de la mesa de maquillaje, arrimando la silla a la pared o recogiendo una pequeña moneda del suelo.
Aunque Vanessa intentaba no hablar, no pudo evitar hacerle una pregunta que brotó impulsiva de sus labios.
—¿Es su amada?
La cara del señor Efron mostró una expresión suave e implacable a la vez.
—Mi vida privada no está sometida a debate.
—Llevaba anillo de casada.
Por alguna razón, la expresión reprobatoria de Vanessa pareció divertirlo.
—Eso no quiere decir nada —le informó con sequedad—. Ella y su marido tienen un arreglo conocido por todo el mundo.--
Vanessa caviló un instante sobre el significado de aquellas palabras.
—¿Está diciendo que a él no le importaría si su esposa... y usted...? ¿Que no se opondría?
—No, mientras sea discreta.
—¡Qué raro!—
—No mucho. Muchas esposas de clase alta tienen permiso para tener «amistades» fuera del matrimonio. Así se evita que se quejen de las infidelidades de sus maridos.
—¿Y a usted no le molesta la idea de hacerle el amor a la mujer de otro hombre? —se animó a preguntar Vanessa.
—Prefiero a las mujeres casadas —contestó sin alterarse—. No suelen ser posesivas o exigentes.
—Si esa mujer no estuviera casada, ¿seguiría queriendo tener una aventura con ella?
—Eso no es de su incumbencia, señorita Montez.
Ante los modales displicentes y cortantes del actor, Vanessa abandonó el camerino. «Ah, claro que es de mi incumbencia», dijo en voz tan baja que Zac no pudo oírla. Su decisión de acostarse con aquel hombre era ahora más fuerte que nunca, y si había alguna posibilidad humana de distraer el interés que sentía por la mujer casada y dirigirlo sobre ella, estaba dispuesta a aprovecharla…..

2 comentarios:

  1. halaaaaaaaa
    ...me encantooooo el capi
    sorry por no comentar antes
    ..me encanta tu nove
    siguelaaaa bye xoxoxooxox
    cdt kiss kiss t-quiero

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  2. :o
    Jajaja zac es un picaro..
    ahora vanessa esta mas decidida??? jajaj
    estos se pone bueno...
    siguela
    me encanta tu nove..
    :D

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